Gabriel Sánchez Andraca
Suponiendo, sin conceder que el zócalo de la ciudad de México haya estado lleno a su máxima capacidad en la manifestación convocada por la alianza PRI-PAN-PRD, y que las manifestaciones en provincia hayan sido realmente importantes, eso no significa que la derecha tenga asegurados triunfos en elecciones próximas, pues el pueblo de México ya no comulga con ruedas de molino.
La empresa Mendoza-Blanco y Asociados, dio a conocer el resultado de un sondeo realizado entre el 17 y el 19 de febrero, sobre las preferencias electorales para las elecciones a realizarse en México en los próximos meses y el resultado fue revelador: el 59 por ciento votará por Morena, el 15 votará por el PRI y el 11 por ciento por el PAN.
Tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores, surgieron discusiones y pleitos por lo de García Luna y su alianza con narcotraficantes que lo hicieron inmensamente rico, pero que hundieron al país en la inseguridad y la violencia.
Los oradores de Morena y del PAN escenificaron un duelo discursivo, culpando a Felipe Calderón, el presidente que designó como secretario de seguridad nacional a un sujeto que debió ser secretario de inseguridad y por el otro lado, el del PAN, defendiendo lo indefendible.
¿Cómo que no se dio cuenta de que su funcionario de mayor confianza era en realidad un delincuente? ¿Estaba durmiendo o qué…?
Después de la declaración de guerra de Calderón Hinojosa al crimen organizado, dos procuradores y un secretario de Gobernación murieron en accidentes aéreos; Calderón cambió a altos funcionarios de su gabinete, seguramente porque no le daban resultados, pero al secretario de Seguridad Nacional, lo mantuvo los seis años de su gobierno.
PUEBLA ERA UNO DE LOS ESTADOS MENOS AFECTADOS por la violencia hasta el gobierno de Mario Marín. Llegó el gobierno panista de Rafael Moreno Valle Rosas y todo se descompuso. El primer gobernante panista en la historia de la entidad colocó en la Secretaría de Seguridad del Estado a un desconocido, un señor de nombre Facundo Rosas, que ahora resulta que formaba parte del círculo cercano de García Luna.
Ya había robo de combustible en el gobierno de Mario Marín, pero ese delito no estaba desbordado. La llegada de Rosas a la Secretaría de Seguridad Pública, lo desbordó y el huachicol no solo se vendía a pie de carretera, sino en empresas gasolineras varias de ellas propiedad de funcionarios públicos y lo peor, todos los vehículos oficiales se surtían de combustible robado.
Desde los primeros años del gobierno panista en Puebla, se desbordó la delincuencia que asaltaba vehículos de carga y de pasajeros en carreteras y autopistas y surgió el llamado “Triángulo Rojo” en la zona central del estado.
Las regiones de Tehuacán, la Mixteca poblana, la Sierra Norte y el centro de la entidad, incluso la capital del estado, eran zonas peligrosas para todos los ciudadanos. El temor y la desconfianza privaban entre los poblanos de todo el estado.
Con Antonio Gali, las cosas empezaron a mejorar un poco. Pero durante el morenovallismo, se reportaban pocos delitos ante las autoridades judiciales porque el señor Moreno Valle Rosas quitó a los agentes del Ministerio Público en las juntas auxiliares y de los más de 700 agentes que había en la entidad solo quedaron 70. Las víctimas de la delincuencia no tenían a dónde acudir para pedir justicia, pues ir a las cabeceras municipales o de distrito les resultaba difícil, costoso e inútil.
En el gobierno interino del licenciado Guillermo Pacheco Pulido se inició la reestructuración de las agencias del MP y empezaron a resolverse muchos de los problemas surgidos durante la falta de esas dependencias.
Fue en el periodo del fallecido gobernador Miguel Barbosa Huerta, cuando Puebla regresó a un estado de mayor tranquilidad, pues empezaron a desbaratarse las bandas de secuestradores y de asaltantes, y se redujo el asunto del huachicol.