Melitón Lozano Pérez
Hace unos días, vivimos la X Cumbre de Líderes de América del Norte, donde nuestro presidente López Obrador con sus pares, su homólogo estadounidense, Joseph Biden, y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, se reunieron para identificar prioridades comunes, acordar objetivos y definir líneas de acción específicas.
Esto es algo que no debería causar asombro, están establecidas en las relaciones bilaterales y comerciales, son parte del concierto de las naciones. En el plano tradicional, partimos de que la cumbre consintió en estimular y facilitar las dinámicas positivas que están en marcha entre los países participantes: México, Estados Unidos y Canadá. Todo ello, pretende que América del Norte logre ser la región más competitiva y dinámica del mundo. Así lo diríamos en un enfoque plano y contundente.
¿Qué hace diferente la pasada cumbre?
En principio, México recibe al Presidente y al Primer Ministro, con una agenda propia, con reconocimiento y liderazgo de AMLO en América Latina, poniendo los principales problemas de América Latina como punta de lanza, una América Bolivariana, donde caben Canadá y Estados Unidos, volver visible lo invisible, dar prioridad a entender un bloque como continente; asimismo, marcó agenda al voltear a ver el modelo de sustitución de importaciones, pero más que como países aislados, como proyecto continental, nada lejano de esas ideas de varios estadistas que consideran que la apuesta de Estados Unidos, para recuperar su hegemonía, depende en gran medida, que vea un solo continente “América”, dándoles pertinencia y liderazgo, posibilitando una visión común desde Norteamérica.
En la misma agenda se abre y diversifica entrar a la solución y mitigación de los problemas migratorios, el tema más complejo, y han pasado gobiernos, posponiendo su abordaje en la solución de problemáticas.
Hoy es posible ver, en el contexto mundial, un presidente que mantiene la paridad peso-dólar, como las más estables en el contexto mundial, que le da posibilidad de hablar con resultados de su gobierno.
Hay claridad en lo que México tiene que aportar en la relación trilateral y bilateral respectiva, ahora tenemos un rumbo entre pares, nadie afuera y nadie atrás. Concluyo comentando dos elementos finales, para el análisis y que sin lugar a dudas deja la X Cumbre, con congruencia y con agenda de frontera de nuestro Presidente Andrés Manuel López Obrador:
• El rumbo marcado en el Plan Sonora entre las energías limpias y el litio, gran proyecto en ciernes, con viento favorable, en la frontera de las energías.
• Y finalmente, sin rehuir a las grandes amenazas del fentalino, ese precursor químico de gran adicción y que desde México se lidera su producción y comercialización, así como control de armas, reconociendo la gran amenaza que representa en México.