Nicolás Dávila Peralta / Punto de Vista
El 1° de octubre de 2024, el presidente Andrés Manuel López Obrador entregará el Poder Ejecutivo a su sucesor, tal como se estableció en la reforma electoral del 10 de febrero de 2014. Le quedan, pues, dos años de ejercicio del poder, dos años para consolidad la llamada Cuarta Transformación (4T) y entregar buenas cuentas al país.
Los casi cuatro años de gobierno, desde luego que no han sido fáciles; los principios en los que ha sustentado su gestión presidencial y que se presume son también los principios del movimiento político que lo llevó a la Presidencia de la República, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), marcan un nuevo rumbo para el país.
Su determinación de acabar con la corrupción y la impunidad, de austeridad en el gasto público, de un nuevo plan para enfrentar a la delincuencia, de orientar los recursos del Estado hacia la ciudadanía a través de los programas de apoyo y las grandes obras en beneficio del país (aeropuerto, refinerías, Tren Maya, el corredor del Istmo), constituyen el eje de su gestión presidencial.
Sin embargo, la 4T ha tenido frente a sí una oposición que, si bien carece de proyectos de desarrollo del país, ha sido durante estos cuatro años la piedra en el zapato del presidente López Obrador.
No hay propuestas claras ni de los partidos que perdieron el poder: PRI y PAN, ni del otrora partido de izquierda, el PRD; el sector empresarial, sobre todo el sector dominado por la extrema derecha, ha buscado apoyarse en los partidos para recuperar los privilegios perdidos, con la creación de la absurda alianza Va X México, misma que está a punto de disolverse, como era de esperarse.
En esta estrategia opositora a la 4T, están desempeñando un papel importante un buen número de comunicadores (reporteros, conductores de noticieros, editorialistas, los llamados intelectuales) como instrumentos de la oposición política y económica, e incluso el sector más conservador de la Iglesia Católica y otras iglesias. Todos ellos responden a la misma estrategia opositora: críticas sin fundamento, difusión de medias verdades o de mentiras (fake news les llaman), con la intención de manipular a los posibles electores.
Pero no hay propuestas, no hay sino el deseo de un retorno al pasado neoliberal, a las mismas políticas aplicadas por los priístas Carlos Salinas, Ernesto Zedillo y Enrique Peña y los mismos desastres ejecutados por los panistas Vicente Fox y Felipe Calderón.
El rumbo que lleva el país hace suponer que en 2024 volverá a ganar Morena la Presidencia de la República, sobre todo si el candidato es alguno de los dos punteros en la carrera hacia el Palacio Nacional: Claudia Sheinbaum o Marcelo Ebrard; pero la continuidad no depende solo de quien sea presidente de la República; en gran parte, dependerá de la composición del Poder Legislativo y de los gobernadores de los estados y los presidentes municipales.
Aquí es en donde verdaderamente entra la capacidad del partido en el poder para lograr la mayoría en las dos Cámaras (diputados y senadores), avanzar en el número de estados gobernados por Morena y en los triunfos en las gubernaturas, los congresos de los estados y los municipios.
Para que Morena logre en 2024 la mayoría en las dos cámaras del Congreso de la Unión, las gubernaturas en juego, los congresos locales y un gran número de ayuntamientos, necesita tres condiciones: unidad, estructura y buena selección de candidatos.
En todo partido hay grupos, sin embargo, por encima de éstos se encuentran factores de unidad: la misma ideología, el mismo proyecto político, económico y social, los mismos objetivos. Un partido dividido, sea a nivel nacional, estatal, distrital o municipal tiene como único destino la derrota.
En una contienda electoral, un factor relevante para lograr la victoria es el nivel de organización del partido, la solidez de su estructura orientada a convencer al electorado, vigilar el proceso electoral y defender los triunfos. Sin ella, puede ser presa fácil del fraude electoral.
Sin embargo, ninguna de las dos condiciones anteriores logrará el triunfo si no se elige a los mejores militantes como candidatos. El ciudadano vota no solo por el partido de sus preferencias; en primer término, vota por la persona, por el candidato que considera mejor para gobernar o para representarlo en el Poder Legislativo.
Si hay división en el Movimiento de Regeneración Nacional, si su estructura es débil y sus candidatos son seleccionados con base en los intereses de grupo, la victoria será difícil.
Muchos militantes de Morena quizá ya canten victoria desde ahora; sin embargo, si ese partido no se consolida, no mantiene la unidad y no es capaz de elegir como candidatos a quienes representen para el pueblo una garantía de democracia, libertad y desarrollo, el partido creado por López Obrador no será capaz de continuar y consolidar la 4T.
2024 será la prueba para Morena; o avanza el proyecto de renovación nacional, o se regresa al México de antes.