Gabriel Sánchez Andraca / Semana Política
Los problemas surgidos en el seno de la alianza partidista de oposición Vamos por México, conformada por el PRI, el PAN y el PRD, prácticamente la han puesto fuera de combate.
Acción Nacional, que se sentía cabeza de esa agrupación partidista por considerarse “la segunda fuerza política del país”, está acusando al PRI de traición, algo que ha molestado y mucho, a los priístas, tanto dirigentes como a los de base.
El partido de la Revolución Democrática, ha sido calificado por un alto dirigente del partido de la derecha como un peso sobre los hombros del PAN, en vez de un apoyo. Es estorboso y no sirve para nada, dijo.
Y el PRI ya se dio cuenta de que no puede aliarse con nadie después de haber sido el rey durante casi ocho décadas, pues todos lo quieren mandar, le quieren señalar el rumbo, lo quieren limitar en sus decisiones, es decir, lo quieren absorber. Y el PRI puede tener todos los defectos, pero ni sus dirigentes y menos sus militantes son tontos, por el contrario, son los que más saben de cuestiones políticas, los mejor entrenados para ejercer el poder, los que tienen mayor sensibilidad social.
Perdieron el poder por los abusos que empezaron a cometer a raíz del tiempo que estuvieron gobernando, al grado de sentirse dueños del país y cuando los alcanzó la realidad, no supieron qué hacer para enmendar sus culpas.
YA NO ES POSIBLE QUE SIGA FUNCIONANDO ESA alianza, que además no se conformó como es debido: nunca ha presentado, pese al tiempo transcurrido, un proyecto alternativo del país; su oposición a la 4-T y a Morena, el partido que la impulsa, es de lo más infantil. Está basado en la guerra sucia que importó a México el PAN en el año 2000, durante la campaña de Vicente Fox, basada en insultos, en chismes de lavadero, en esparcir rumores y en criticar las obras emblemáticas del régimen, en estorbarlas, cuando ellos no fueron capaces de comprender la importancia del sur-sureste mexicano, zona que desde siempre ha estado abandonada.
Las carreteras que se construyen en esa zona, el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas, están transformando a esa rica zona mexicana y en poco tiempo tendrá un despegue económico sin precedentes por las riquezas naturales ahí existentes, porque una de las carreteras o autopistas, unirá a un puerto del Golfo, ubicado en el estado de Veracruz, con un puerto del pacífico, ubicado en Oaxaca.
ustituirá con ventaja al canal de Panamá, facilitando el comercio internacional y nacional; el Tren Maya será un detonante para el turismo nacional y extranjero, que podrá visitar las ciudades mayas que estaban cubiertas por la selva, y toda la región de las costas de Yucatán, Quintana Roo y Tabasco, y también de Oaxaca.
La alianza opositora, que cuenta con el apoyo de fuertes empresas que se han visto afectadas por el nuevo gobierno que está empeñado en desmontar el régimen de corrupción e impunidad que imperaba, ha venido criticando y tratando de obstaculizar la realización de esos proyectos, pero en el fondo saben que lo que se está haciendo, va a ser detonante de un desarrollo económico, político y social, que los va a dejar completamente fuera de la jugada.
Muchos priístas y muchos panistas, están inconformes con la Alianza Vamos por México por considerarla incongruente; ¿puede concebirse que los conservadores antijuaristas del siglo XIX, ahora sean aliados de los juaristas de ese mismo siglo?.
Los partidos liberal y conservador de hace más de un siglo, lucharon con las armas en las manos por dos proyectos antagónicos de país: el federalismo y el centralismo. Triunfó el federalismo que está o por mucho tiempo estuvo representado por el PRI y perdió el conservadurismo, que sigue estando representado por el PAN. Es pues imposible que lleguen a entenderse plenamente y las bases de ambos partidos lo sienten y reprueban esa alianza.
QUÉ BUENO QUE YA ESTÁ A PUNTO DE TERMINARLA, pues en vez de hacer un bien a México, le hacen un pésimo servicio. No hay nada peor que no entender lo que está pasando realmente en el país.
Al perder sus respectivas ideologías, los partidos antagónicos de hace más de un siglo, propician la confusión de los mexicanos y de sus propios militantes y eso podría ser desastroso para nuestra nación.
Por fortuna, en el gobierno federal hay certeza en el rumbo hacia el que se quiere conducir al país, aunque hay confusión en el partido en el poder, y para el triunfo real de la transformación a la que se quiere llegar, se necesita un partido fuerte, bien organizado y con ideología clara y contundente, de lo contrario, podría haber retrocesos que serían muy lamentables.