Nicolás Dávila Peralta / Punto de Vista
Durante los cuatro años del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quienes se oponen al proyecto político puesto en marcha por el mandatario han argumentado que México “se desmorona”, que avanza hacia una dictadura y promueve la militarización del país. La extrema derecha he levantado incluso la bandera del anticomunismo.
La iniciativa presidencial de someter al control administrativo y operativo de la Secretaría de la Defensa Nacional a la Guardia Nacional, ha reforzado el argumento de la militarización del país. En su discusión y aprobación de la iniciativa en la Cámara de Senadores, los legisladores de la famélica alianza Va X México, anunciaron incluso que acudirán a la Suprema Corte de Justicia de la Nación para revertir lo aprobado por Morena y los partidos aliados.
En diciembre de 2006, el panista Felipe de Jesús Calderón Hinojosa se estrenó como presidente de la República con una declaración de “guerra” contra el crimen organizado, misma que realizó en Michoacán, su estado de origen, vestido con una chaqueta militar y una gorra de cinco estrellas, en su carácter de jefe supremo del Ejército Mexicano.
Ahí sí que empezó la militarización del país. Las fuerzas armadas fueron sacadas de los cuarteles para desempeñar labores de seguridad pública, a la vez que enfrentaban a los cárteles en una guerra que costó el desprestigio del Ejército y la Marina.
Esa militarización, de la que fingen no acordarse los panistas, manchó de sangre el sexenio calderonista y la heredo al gobierno priísta de Enrique Peña Nieto que, lejos de frenarla, la mantuvo con tristes resultados, provocando además la corrupción de la Policía Federal.
Ni uno ni otro gobernante lograron frenar la delincuencia, por el contrario, los cárteles se multiplicaron; nuevos grupos criminales surgieron en regiones hasta entonces pacíficas; estados hace unos años seguros, como Guanajuato, se han convertido en peligrosos, inseguros para sus habitantes y para el turismo.
En esta situación recibió el país en 2018 el nuevo gobierno. Su intención primera fue desmilitarizar el país; sin embargo, la situación real en la que los gobiernos de Calderón Hinojosa y Peña Nieto dejaron a México impidió tomar esta decisión. Por el contrario, se vio la necesidad de mantener al Ejército en funciones de seguridad y se creó la Guardia Nacional como una institución civil.
Dos de los grandes males del último gobierno priísta fueron la corrupción y la impunidad; esto llevó a la corrupción de la Policía Federal. Es precisamente para prevenir esta situación que se ha aprobado la incorporación de la Guardia Nacional al control administrativo y operativo de la Sedena.
Hoy, los que nunca levantaron la voz ante la militarización establecida por Calderón, ven en esta iniciativa pasos hacia la dictadura. Esto es no recordar ni ver la situación en la que dejaron al país los dos últimos gobiernos.
Sin duda, la iniciativa tiene sus riesgos, pero brinda la oportunidad de formar una Guardia Nacional disciplinada, bien entrenada que pueda en los próximos años ser la base de fuerzas de seguridad estatales y municipales, capaces de enfrentar al crimen y crear las condiciones para que el Ejército retorne a sus cuarteles y cumpla su misión original de garantizar la soberanía del territorio nacional y sea un auxilio para la población civil.
Se cuartea la X
La alianza Va X México parecía ir viento en popa rumbo a los comicios de 2023 y 2024; pero de repente el edificio ha empezado a cuartearse; uno de los partidos ha hecho un agujero en la pared: el PRI.
Sucede que, en el contexto de la iniciativa presidencial, el PRI ha presentado otra en la Cámara de Diputados para que el Ejército continúe en las calles más allá de 2024; la iniciativa propone que se mantenga en funciones de seguridad hasta 2028, para dar más tiempo a que la Guardia Nacional se profesionalice.
Esto ha provocado que los líderes del PAN y lo que aún queda del PRD hayan declarado “una pausa temporal” de la alianza con el PRI, al que ambos dirigentes han calificado de una traición a las propuestas de Va X México para 2024.
Con los días, la postura de los dos partidos: el derechista PAN y el pseudoizquierdista PRD, ha subido de tono. Ya se plantea la “suspensión definitiva” de su alianza con el tricolor e incluso si el PRI retirara su propuesta “será complicado recuperar la confianza”, según argumentó el líder panista.
Esto es un anuncio de una posible ruptura de esa alianza creada por el derechista Claudio X. González; puede no darse, sin embargo, esta situación revela la fragilidad de una alianza entre partidos con historias, principios y proyectos originales distintos.
No es lo mismo un Partido Revolucionario Institucional, nacido bajo los ideales liberales de la primera revolución social del mundo, aun cuando sus nuevas generaciones lo hayan inclinado hacia la derecha neoliberal, que Acción Nacional que nació como una oposición de derecha en contra del liberalismo revolucionario.
Esto que llaman “pausa temporal” puede ser el inicio del desmoronamiento de esta absurda alianza, lo cual constituiría la oportunidad para que los partidos políticos retomen sus principios y sus proyectos de país, para impulsar realmente una democracia plural.