Nicolás Dávila Peralta / Punto de Vista
Venimos de un largo camino de impunidad practicada a la sombra del poder. Impunes quedaron las masacres del 2 de octubre, del “Jueves de Corpus” y Aguas Blancas; la impunidad marcó el gobierno de Salinas, el enriquecimiento de López Portillo, de los hijos de Martha Sahagún y de Peña Nieto. La impunidad ha marcado desde siempre a la administración pública.
Hoy, la Fiscalía General de Campeche ha iniciado una investigación en torno a la administración de Alejandro Moreno (a) “Alito”, como gobernador de ese estado. A raíz de esto, dicha fiscalía ha solicitado a la Cámara de Diputados el desafuero del hoy legislador y líder nacional del PRI:
Ni tardos ni perezosos, los presidentes del PAN y el PRD han salido a la defensa de su compañero de alianza; han refrendado la unidad de la alianza Va X México.
De entrada, calificaron la investigación de la fiscalía de Campeche y la solicitud de desafuero como una persecución política y a ella responderán con gobiernos de coalición para “cerrar el paso a la dictadura”.
El panista Marko Cortés, a imitación del bíblico Jeremías, elevó hacia los medios informativos sus lamentaciones:
“¡Cómo persiguen a los opositores! ¡cómo hay revanchas! ¡cómo buscan amedrentar a los que dijimos no a la ‘Ley Bartlett’! ¡cómo buscan amedrentar a la oposición!”.
Para continuar, fiel a su estilo: “México sigue siendo y seguirá siendo una democracia y no puede utilizar las instituciones del Estado para perseguir y callar a la oposición. Vamos a estar para evitar la militarización del país, que es el paso que quiere dar para que México sea una dictadura”.
Por su parte, Jesús Zambrano, líder de lo que queda del PRD, habló de “cerrar el paso al autoritarismo”, (se olvidó de que ha sido el autoritarismo de “Los Chuchos” lo que ha destruido a su partido). Igual que el panista, Zambrano llamó a “cerrar el paso a esas tentaciones dictatoriales y construir un nuevo régimen político en nuestro país”.
Pero el culmen de esta defensa a la impunidad fue el discurso de “Alito” Moreno, el señalado de diversos delitos, entre ellos el de enriquecimiento ilícito.
En su defensa, argumentó que la Fiscalía General de la República ya había desestimado una acusación en su contra al confirmar que su patrimonio lo obtuvo legalmente. Y acusó al gobierno de tener vínculos con el crimen organizado.
Como los líderes panista y perredista, “Alito” sacó a relucir la alerta de una dictadura: “Que le quede claro a Morena y al gobierno: no vamos a permitir en México que instalen una dictadura”.
Algo debe de haber en relación a los episodios violentos de la semana anterior en Jalisco, Guanajuato, Baja California, Michoacán y Ciudad Juárez, en las palabras del líder del decaído priísmo: “El país está en llamas, es un cementerio, se cae a pedazos con la participación directa del crimen organizado solapado desde el gobierno de la República”.
El anuncio de la iniciativa para crear gobiernos de coalición fue solo el pretexto para levantar la voz en defensa de Alejandro Moreno, voz que acusa a la autoridad de una persecución política, argumento muy apropiado para cubrir al priísta con el manto de impunidad que ha sido la tónica de la corrupción de los gobiernos priístas, perredistas y panistas.
Autoritarismo, dictadura, alianza con el crimen, militarización, fueron los ejes de los discursos de los tres líderes, de los tres que han llevado a sus partidos a buscar la coalición de contrarios a la sombra de la X de Xicoténcatl, la X de Va X México, la X de un proyecto de gobierno que no atina a concretarse y se ha quedado en el limbo de acusaciones sin sustento.
Autoritarismo, dictadura, alianza con el crimen, militarización, los mismos calificativos que se ganaron el PRI y el PAN a lo largo de 89 años de gobierno, compartido por 30 años por ambos institutos políticos.
Autoritarismo del PRI desde su fundación en 1929 como Partido Nacional Revolucionario; la “dictadura perfecta” que le llamó Mario Vargas Llosa, ferviente defensor del neoliberalismo; la alianza con el crimen organizado, cuyo máximo nivel fue alcanzado en el gobierno de un panista: Felipe Calderón; militarización que fue la cara de la represión desde Plutarco Elías Calles hasta Calderón y sus más sangrientas masacres fueron Tlatelolco, el Jueves de Corpus y Ayotzinapa.
Hoy, de todo eso acusan al actual gobierno federal. Tal parece que Cortés, Zambrano y Moreno describieron las imágenes de sus partidos y de sus gobiernos.
Sólo faltó un calificativo en la defensa pública de la impunidad para Alejandro Moreno: acusar al gobierno federal de llevar a México no a cualquier dictadura, sino a una dictadura comunista.