Nicolás Dávila Peralta / Punto de Vista
Los dos últimos días del mes de julio se llevó a cabo el proceso de elección de consejeros del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) en todo el país, con una participación muy alta de militantes; además de que simpatizantes del partido tuvieron la oportunidad de afiliarse y ser parte de la elección.
El proceso fue relativamente tranquilo; sin embargo, en varios distritos se presentaron situaciones que contradicen uno de los principales postulados del proyecto político de Morena: el impulso y defensa de la vida democrática. Afortunadamente, estos casos fueron la excepción, fueron los “PRIETOS EN EL ARROZ” del proceso electoral, pero que encienden los focos rojos en algunas regiones del país.
Esos focos rojos se observan en algunos municipios del estado de Puebla, entre ellos: Teziutlán, Tehuacán e Izúcar de Matamoros.
Frente a estas situaciones que mancharon la elección de Morena, se observa la presencia de tres situaciones que pueden -a la larga- ser un problema para el fortalecimiento de ese partido.
La primera situación se refleja en el USO DE VIEJAS PRÁCTICAS PRIÍSTAS en algunos centros de votación. Me refiero al acarreo de votantes, la inducción del voto en día de las elecciones y la compra de votos a través de dádivas o como parte de la estrategia de acarreo de votantes.
Si repasamos la historia del sexenio de Vicente Fox, nos daremos cuenta de lo preocupante que algunos líderes de Morena hayan utilizado las viejas prácticas antidemocráticas priístas.
En el año 2000, varios líderes de opinión instaron a un “voto útil” a favor de Fox, para establecer la alternancia en el poder. El guanajuatense ganó la elección y sus votantes esperaban un cambio de fondo en la vida política del país, pero Fox y su pareja Martha Sahagún repitieron los vicios priístas; se enriquecieron, enriquecieron a sus hijos y desperdiciaron la oportunidad que le dieron los votantes.
A eso le llamo el “SÍNDROME DE FOX”. Ese síndrome fue el que contrajeron quienes aplicaron las prácticas antidemocráticas priístas en la elección de los días 30 y 31 de julio.
La segunda situación va unida a la primera: ¿quién o quiénes promovieron estas prácticas antidemocráticas? Detrás de estas anomalías están líderes locales, miembros de Morena que están dividiendo al partido e incluso autoridades y servidores públicos que responden a intereses personales o de grupo.
Este es un problema serio, porque refleja que EN EL PARTIDO EMPIEZAN A NACER LAS “TRIBUS”, los grupos que dividen a las organizaciones. Sólo hay que recordar que es precisamente la existencia de “tribus” lo que ha llevado al PRD al desastre, a convertirlo en un partido a punto de desaparecer.
La tercera situación es la ACEPTACIÓN INDISCRIMINADA de ciudadanos que o se afilian a Morena o se ubican como asesores de las nacientes “tribus” morenistas. Es el caso, por ejemplo, de quienes encabezan la lista de consejeros en el distrito de Teziutlán: dos personas, hombre y mujer, que apenas en 2021 militaban en el PRI. En otros lugares estos líderes que dividen a Morena se asesoran con políticos, profesionistas y hasta comunicadores que han sido desde siempre adversarios de López Obrador y de la Cuarta Transformación. Hoy, milagrosamente, apoyan a los grupitos que empiezan a crecer en Morena.
Esto es un riesgo para el partido que se perfila nuevamente como el ganador de las elecciones estatales de 2023 y las presidenciales de 2024, porque estos “chapulines” y arribistas convertidos en asesores o apoyadores, regresarán a sus rebaños y operarán en contra de los que hoy asesoran o apoyan.
EL MOVIMIENTO DE REGENERACIÓN NACIONAL MANTIENE SU FUERZA POLÍTICA a nivel nacional, la Cuarta Transformación va caminando a pesar de los obstáculos que encuentra a su paso y a pesar de la absurda alianza de los partidos de oposición con la extrema derecha que dirige entre bambalinas a Va X México (la X identifica al verdadero líder de la alianza: Claudio X. González).
Sin embargo, los “prietos en el arroz”, contagiados del “Síndrome de Fox”, son un riesgo para la permanencia de Morena en el poder en algunos municipios. El pueblo ya no se traga la píldora del partido ganador; es la conducta de los gobernantes lo que define el voto y cuando el ciudadano vota por otras opciones cuando ve repetirse en Morena los vicios priístas: el nepotismo que incluye en las nóminas municipales a parientes, amigos y hasta personas con vínculos sentimentales; la inflación de presupuestos en las obras públicas (el diezmo, le llaman los priístas: el costo de la obra más las ganancias para los funcionarios públicos); la corrupción y la impunidad.
Así pues, el “Síndrome de Fox” reflejado en quienes se ubicaron como los “prietos en el arroz”, si bien no llega a afectar a la 4T a nivel nacional, sí pone en riesgo a Morena a nivel local. Pero, a fin de cuentas, no serán los lidercitos regionales quienes definan el futuro del partido, sino sus militantes de base, los miles y miles de ciudadanos que siguen confiando en la Cuarta Transformación.