Nicolás Dávila Peralta / Punto de Vista
Este domingo hubo elecciones para gobernador en seis estados del país: Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas. Durango renovó, además, 39 ayuntamientos y Quintana Roo eligió un nuevo Congreso.
De acuerdo con los análisis previos a la contienda electoral, la alianza gobernante (Morena, PT y PVEM) se perfilaba como triunfadora al menos en cuatro de estas entidades, en tanto que la alianza “Va por México” (PAN-PRI-PRD, bajo la tutela empresarial de Claudio Xicotencatl González) ya adelanta el triunfo en dos.
Estas elecciones son importantes, lo mismo que las que se realizarán en 2023, porque brindan una perspectiva de lo que sucederá en las elecciones presidenciales de 2024.
Uno de los partidos más apaleado en este proceso electoral es el PRI que, desafortunadamente, se encuentra en declive y con un dirigente nacional cuestionado, golpeado con los audios dados a conocer los últimos meses y con la brújula perdida en cuanto a la reconstrucción del partido que en el siglo XX fue el todo poderoso.
En estas elecciones, el PRI contendió como parte de la alianza “Va por México”, en Aguascalientes, Durango, Hidalgo y Tamaulipas. En Durango e Hidalgo, con candidatos militantes tricolores, mientras que en Aguascalientes y Tamaulipas con panistas, a los cuales apoyó el PRI por cuestiones de la alianza. En Oaxaca y Quintana Roo, los candidatos fueron priístas.
Tal como se perfilan los resultados de las elecciones, el tricolor está en peligro de perder dos de los estados que todavía gobierna: Hidalgo y Oaxaca; de ser así, el PRI sería el gran perdedor de 2022 al quedarse únicamente con dos gubernaturas: Coahuila y el Estado de México, donde habrá elecciones en 2023.
¿Cómo es que el partido surgido de la Revolución Mexicana que desde 1929 mantuvo la Presidencia de la República hasta el año 2000 y la recuperó en 2012, para perderla nuevamente en 2018, hoy está a punto de ser una muy débil tercera fuerza política en el país?
La primera causa, que ya preveían en 1988 los creadores del Frente Democrático Nacional, fue el abandono de los principios básicos del partido para convertirse en el ejecutor del programa neoliberal controlado por los capitales internacionales. Abandonó los principios que le dieron origen y cambió el rumbo, bajo la conducción de una generación de tecnócratas convencidos de las bondades del neoliberalismo. El resultado: más pobreza, desempleo, violencia, corrupción e impunidad.
Su derrota en 2018 y la absurda alianza con el Partido Acción Nacional y los resabios del PRD, lo han convertido en un muñeco (como los otros dos partidos) manejado por la extrema derecha empresarial comandada por Claudio X. González.
Desde el sexenio de Carlos Salinas, el PRI compartió el poder con su antiguo adversario: el PAN, fundado precisamente para enfrentarse a la política revolucionaria de Lázaro Cárdenas. Pero fue en el sexenio del último presidente priísta: Enrique Peña Nieto, cuando esta alianza llegó al clímax con el “Pacto por México”, que permitió concluir las reformas neoliberales energética, laboral y educativa.
El resultado de esta pérdida de rumbo se ha puesto en evidencia en este proceso electoral: muchos de sus dirigentes y militantes han abandonado al partido para reforzar las filas del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
En Tamaulipas, por ejemplo, el candidato de Morena es hijo de un gobernador priísta. Lo mismo sucede en Hidalgo, donde el candidato de Morena, Julio Menchaca, fue militante del PRI y la balanza se inclina ahora a su favor, a pesar de que la candidata priísta Carolina Viggiano Austria, es una militante de primer nivel.
En Oaxaca, donde el PRI va solo con su candidato Alejandro Avilés Álvarez, es aventajado por el aspirante morenista Salomón Jara Cruz, a pesar de que el líder nacional del PRI, Alejando Moreno (“Alito”) afirmó al inicio del proceso electoral, frente a la militancia priísta: “no se puede derrotar a quienes nunca nos rendimos”.
Esta situación lamentable del partido que en otro tiempo sentó las bases del México del siglo XX, no solo ha demostrado la disminución en el número de militantes, sino el desprecio en que lo tiene la extrema derecha de “Va por México” y el Partido Acción Nacional que lo ve como un peón en sus pretensiones de volver a la Presidencia de la República en 2024.
En Puebla, la secretaria general de la dirigencia estatal del tricolor, Isabel Merlo Talavera, ha constatado esta actitud del PAN y la ha hecho pública al acusar a este partido de derecha de minimizar al tricolor y le recuerda al blanquiazul que sin su presencia en la alianza “Va por México” no hubiese ganado las diputaciones y alcaldía que hoy presume.
Pero eso es lo que escogió el PRI cuando adoptó el programa económico y político neoliberal, cuando sin objeción alguna se alió con la derecha panista y ahora que buscando frenar su caída, se convirtió en un peón de la extrema derecha creadora de “Va por México”.
Ojalá los resultados de este proceso electoral lleven a la militancia, primero, a cambiar a la dirigencia nacional -la peor que ha tenido en su historia- y después, a reconstruir ideológica y políticamente al partido. De otra manera, el declive del PRI seguirá, a pesar de su presencia nacional y su estructura.