Nicolás Dávila Peralta / Punto de Vista
El 1° de diciembre, el presidente Andrés Manuel López Obrador celebró su tercer año de gobierno con un informe en la Plaza de la Constitución de la Ciudad de México, a la que asistieron más de 250 mil personas, de acuerdo con estimaciones de las autoridades.
Las imágenes difundidas a través de los medios muestran una plaza y las calles aledañas llenas de simpatizantes del Jefe de Estado. El festejo fue una muestra de la capacidad de convocatoria que tiene López Obrador, quien destacó en su informe los avances de su política de transformación y las perspectivas para los tres años siguientes.
En su discurso, el Presidente enfatizó los apoyos que reciben las personas de la tercera edad, las incapacitadas y los jóvenes. Asimismo, hizo hincapié en el hecho de que, a pesar de la pandemia, no se ha pedido ningún préstamo y el país ha salido adelante, se continúan las grandes obras del aeropuerto Felipe Ángeles, la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya, además de enfrentarse con responsabilidad de la pandemia.
Refrendó el objetivo de combatir la corrupción en todos los niveles de gobierno e insistió en que el combate a la delincuencia se está realizando con el ataque a las raíces del problema: la pobreza, la educación, las oportunidades a los jóvenes, para evitar que sean cooptados por las bandas delincuenciales.
Reconoció, sin embargo, que el problema es grave, pero que se está combatiendo con responsabilidad y no declarando la guerra de manera irresponsable.
La reunión del día primero de diciembre contiene muchos mensajes, tanto para los seguidores del presidente López Obrador, como para el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y la oposición tanto partidista como social y empresarial.
Aun cuando se han destacado los aspectos positivos que contiene el discurso presidencial, el mandatario fue claro en plantear los pendientes de la llamada Cuarta Transformación. Se han sentado las bases, López Obrador destacó el cambio de conciencia popular que será difícil que la oposición revierta, pero reconoció lo que falta por hacer.
Por otra parte, no es conveniente que los dirigentes y militantes de Morena se deslumbren con el poder de convocatoria del Presidente de la República. Los más de 250 mil asistentes al festejo del 1° de diciembre no fueron en apoyo de Morena, sino de López Obrador.
Debe quedar muy claro que el voto a favor del Movimiento lo deben ganar proponiendo a los mejores hombres y mujeres para los puestos de elección popular. Los resultados de este año mostraron que la intención del voto fue diferente en 2018 que ahora.
Para 2024, el triunfo de Morena no dependerá de López Obrador, sino del trabajo político que haga ese partido, en especial, de los candidatos que proponga para la Presidencia de la República, las gubernaturas, el Senado de la República, la Cámara de Diputados, los congresos locales y las presidencias municipales.
Para la oposición, el mensaje fue claro: el poder de convocatoria del presidente López Obrador ha marcado la diferencia con los otros mandatarios de la República. Acá no hubo acarreos, la gente fue convencida a mostrar su apoyo al Presidente, reconoce que esta gestión federal es muy diferente a las anteriores, que la 4T está dando resultados.
Algo muy diferente a los acarreos de sexenios pasados, a los aparatos de seguridad que alejaban al mandatario del contacto con los ciudadanos, del discurso demagógico que caracterizaba a los gobernantes. Con el festejo del 1° de diciembre, la oposición se percibe como una minoría, cuyos recursos únicos de campaña son las noticias falsas, el comentario agrio y la crítica sin fundamento, nada más.