Punto de Vista / Nicolás Dávila Peralta
He escrito esta columna la víspera de las elecciones locales en Nayarit, Coahuila, Veracruz y Estado de México; en tres de ellos se elegirá gobernador, en tanto que en Veracruz se renovarán las autoridades municipales.
Todos los ojos están puestos en el Estado de México, lugar donde nació el grupo priista hasta ahora gobernante: el Grupo Atlacomulco, población de donde es originario Enrique Peña Nieto; ha sido una entidad siempre gobernada por el PRI y el candidato de ese partido es un primo del Presidente de la República.
Hasta el cierre de campañas, las encuestas manifestaban un empate técnico entre Alfredo del Mazo (nieto e hijo de gobernadores del Estado de México) y la profesora Delfina Gómez, postulada por el Movimiento de Renovación Nacional (Morena), lo que anunciaba una contienda cerrada entre dos proyectos totalmente divergentes: la continuidad del grupo gobernante y el fortalecimiento del PRI rumbo a las elecciones presidenciales de 2018, o un giro completo de la política sustentado en el proyecto de Morena, lo que constituye el primer paso hacia la derrota del PRI y, en consecuencia, del Grupo Atlacomulco.
Así pues, en cuanto a los resultados electorales, este columnista está a la espera de ellos que, según anunció el Instituto Electoral del Estado de México (IEEM) se dieron a conocer a las 11 de la noche del domingo; sin embargo, el desarrollo de las campañas anunciaba no solo una contienda cerrada, sino el uso por parte del PRI de las estrategias más detestables para lograr el voto ciudadano en favor de Del Mazo.
En las redes sociales han abundado las denuncias por la compra de votos, con base en el condicionamiento de los programas gubernamentales para paliar la pobreza en la que ha sumido, a más de la mitad de los mexicanos, la política económica aplicada por el PRI.
Varios videos dan cuenta de reuniones de líderes priistas locales con beneficiarios de estos programas, sea para entregarles vales, solicitudes para ingresar a Prospera y una lluvia de promesas que –dicen- serán los beneficios que recibirán si gana Del Mazo.
Ya en las precampañas se ejecutó desde la Presidencia de la República una estrategia de atención al Estado de México por parte de los secretarios de Estado, el mismo Presidente de la República y hasta de su esposa Angélica Rivera, para demostrar a los mexiquenses que no hay otro como el PRI para derramar beneficios para la población.
En la estrategia, de acuerdo a denuncias de la oposición, se ha involucrado a los gobernadores priistas de los estados vecinos al Edomex, quienes atendieron el proceso electoral en diferentes municipios del estado. En esta estrategia se definieron los puntos y horas del “acarreo” de votantes, desde luego gente pobre, necesitada de cualquier apoyo para paliar su situación.
Pero eso no es todo, a la par se desarolló una campaña en las redes sociales en donde todos los partidos y sus candidatos llevaron a cabo campañas negras para desprestigiar a sus contrincantes. No hubo proyectos claros para el Estado de México, pero sí hubo calumnias y manejo amañado de información para denigrar al contrario y promesas absurdas, como la hecha por la desangelada candidata panista de crear más de un millón de empleos si llega a ser gobernadora.
En fin, las elecciones de 2017, pero en especial la del estado cuna del grupo gobernante, han sido una muestra de la falta de convicción democrática de los partidos y de los políticos, pero sobre todo del manejo perverso de una gran mayoría de ciudadanos, manejables, por su indiferencia política, su ignorancia cívica y su urgencia por paliar la pobreza en la que los han hundido los mismos políticos por los que son obligados a votar.