La Parroquia de Los Remedios de la capital poblana resguarda un objeto importante, pero poco conocido sobre la batalla del 5 de Mayo de 1862: el Cristo de la Bala. De acuerdo con la leyenda, la escultura recibió un disparo que estaba dirigido al general Ignacio Zaragoza.
Fabián Valdivia Pérez, gestor cultural e investigador independiente y miembro del Seminario de Cultura Mexicana, Corresponsalía Puebla, señaló que el recinto sirvió como cuartel del general, pues desde este punto dirigió el combate contra el ejército francés.
De acuerdo con la historia, el 5 de mayo de 1862 el general Zaragoza ocupó al atrio del templo, mientras que la torre le sirvió como mirador para apreciar la lucha armada en el Fuerte de Loreto y Guadalupe, el bastión más importante de defensa de la ciudad.
El relato popular asegura que el estratega Zaragoza comandó sus planes desde la sacristía de la iglesia, sentado al frente de una mesa muy particular, no solo por el simbolismo que ahora tiene, sino por sus patas talladas en madera que simulan a las de una vaca, un animal que en la India es venerado por los significados de abundancia y fertilidad que se le atribuyen, ya que representa la tierra y el cielo.
En medio del enfrentamiento, del reguero de pólvora, los gritos, el dolor y la muerte, que se presentaba sin tregua en ambos bandos militares, una bala de los invasores, encabezados por Charles Ferdinand Latrille, conde de Lorencez, salió disparada hacia un objetivo mexicano.
En lugar de atravesar a uno de los soldados que se encontraban en defensa plena no solo de Puebla, sino de todo México, la bala dio en el rostro de uno de los cristos de la iglesia, quedando atorada ahí, inutilizada para hacer el daño mortal que llevaba encomendado.
Esta imagen es conocida como el señor de la bala en el rostro y se encuentra en una capilla lateral de la Iglesia de los Remedios.