Nicolás Dávila Peralta / Punto de Vista
A 355 días del 31 de diciembre de 2019, puede resultarnos ilusoria la frase acartonada de “¡Feliz Año Nuevo!”. Tal parece que a partir de febrero de este año que está a punto de terminar, la felicidad se evaporó, se fue no solo de México, sino del mundo entero: un extraño virus se apoderó del planeta, y hasta el 19 de diciembre sumaban 75 millones 51 mil 16 personas contagiadas.
México, a esa misma fecha reportaba un millón 301 mil 546 personas contagiadas en el año y en el estado de Puebla sumaban ya 43 mil 746 casos y cinco mil 435 defunciones.
Diciembre, pues, se despide con un panorama preocupante: tres estados del país en semáforo rojo (Ciudad de México, Estado de México y Baja California), tres en amarillo (Sinaloa, Tamaulipas y Veracruz), solo dos en verde (Campeche y Chiapas) y el resto, 24 estados, en semáforo naranja, con alerta de pasar a rojo en seis estados; situación que se mantendrá así hasta el 3 de enero de 2021.
Hasta finales de octubre parecía que la pandemia estaba controlada, sin embargo, la curva ha vuelto a subir y con más fuerza.
Estamos en crisis; las autoridades piden mantenernos en casa, evitar las fiestas navideñas como se acostumbra y tomar las precauciones debidas (mantenerse en casa y en caso de salir, mantener sana distancia y uso de cubrebocas, entre otras medidas).
Esta situación ha generado muchas reacciones positivas e incluso ejemplares; la más relevante es, sin duda, el trabajo de médicos, enfermeras y personal de servicio de los hospitales destinados a la atención de este tipo de pacientes; pero también los esfuerzos de las autoridades de salud por conducir la estrategia de combate a la pandemia, la presencia en México de las primeras vacunas y el calendario para aplicarlas, y la responsabilidad de un alto porcentaje de mexicanos que se mantienen en casa, pese a los efectos económicos, psicológicos, sociales y hasta religiosos que esto implica.
A contraparte, se encuentra la irresponsabilidad de otro sector de la población que sea por ignorancia, apatía o desinformación, ignora las medidas de precaución y se convierte en el sector vulnerable y capaz de contagiar a quienes los rodean.
Sin embargo, lo más reprobable es el uso político que la oposición le da a la pandemia y que se refleja en la crítica constante a las autoridades de salud, principalmente a quien encabeza la estrategia, el doctor Hugo López-Gatell Ramírez, y al presidente Andrés Manuel López Obrador, sea en los medios de información o en las redes sociales.
Resulta indignante que, quienes no comulgan con la actual administración federal y aspiran a triunfar en las elecciones del 2021, utilicen el dolor de enfermos, familiares y personal de la salud, como un recurso electorero.
Pero hay más: ha empezado a circular en el mundo una versión descabellada en torno a la pandemia que la califica como una estrategia de lo que han llamado “nuevo orden mundial”.
Según los difusores de esta versión, hay gente muy poderosa que quiere controlar el mundo y que creó el virus para eliminar a un sector de la población, aplicar una vacuna para controlar a los individuos e implantar ese nuevo orden que lleva el sello del comunismo.
Si a los políticos, al utilizar la pandemia como un arma electorera lo único que les interesa es el poder, los difusores de este mito del nuevo orden se aprovechan de la ignorancia de la gente para infundir temor, cultivar el fanatismo y poner obstáculos para el combate de la pandemia.
No es momento de miedos, pero tampoco es momento de usar el dolor de la gente como escalón para lograr el poder. Por el contrario, es momento de solidaridad y de una conducta responsable. Duele no tener una Navidad como la hemos vivido toda la vida, no reunirnos con los familiares, con los amigos, no poder visitar otros lugares; pero no hay que olvidar que estamos luchando contra un virus que está afectando a toda la humanidad y esta lucha debe ser de todos.
Así pues, en esta Navidad y en este final de año, asumamos lo positivo que tiene esta realidad inesperada en el mundo; es tiempo de festejar en casa, en familia; es tiempo de utilizar las redes sociales para no perder contacto con otros familiares y amigos.
Resulta difícil utilizar la frase de “Feliz Año Nuevo”; sin embargo, mi deseo al concluir este 2020 es que asumamos con optimismo, responsabilidad y determinación los retos que nos esperan en 2021, con la convicción de que más allá de la tormenta que nos hará madurar, hay un tiempo bueno que nos tocará disfrutar.