Por: José Manuel Medel Mendoza
Tras el azote de la pandemia de Covid-19 en nuestra República Mexicana, se han tomado medidas muy efectivas para evitar un mayor contagio, así como salvaguardar la integridad de todos. Dichas medidas son producto del trabajo, que se le reconoce al gobierno federal y al de cada entidad federativa.
El subsecretario de Salud a nivel federal, Hugo López-Gatell Ramírez, en coordinación con el secretario de Educación, Esteban Moctezuma Barragán, suspendieron las clases presenciales en todos los niveles educativos en México, con la finalidad de reducir el riesgo de contagio, haciendo que todo estudiante estuviera en casa y desde ese modo de confinamiento, tomar clases a través de los distintos medios electrónicos, que la tecnología ha puesto a disposición de quienes tienen la oportunidad de acceder a ella.
El uso de mi derecho a la libre expresión es meramente con el fin de hacer una reflexión y también dar a conocer una realidad muy cierta, que las nuevas generaciones, las que están en plena educación en todos los niveles, los muy llamados “futuros de México”, están atravesando una situación un tanto compleja.
Como estudiante, como parte de una comunidad estudiantil, como ser humano y como compañero de muchos homólogos en sus distintas modalidades, áreas y contextos educativos, he de manifestar el sentir de al menos un porcentaje de la comunidad. Es bien sabido a nivel nacional que el alumnado de las distintas universidades públicas y privadas de nuestro país, están trabajando el modelo de educación a distancia a fin de brindar un aprendizaje y aprovechar el tic tac de nuestro reloj. Pero creo que parte de las autoridades gubernamentales y educativas han omitido una realidad, que lejos de hacer trabajar a los actores principales, que son alumno-maestro, y el exigir evidencias, protocolizar el modelo educativo, ha dado paso a causar una controversia de gran magnitud, incluyendo afectaciones socioemocionales, económicas y de toda índole que menoscaban el aprendizaje académico.
Conversando con muchos de mis compañeros, nos hemos percatado que los maestros, en cumplimiento de su deber, mandan constantemente actividades a través de diversas plataformas para que se dé evidencia que se está trabajando, que no se está perdiendo el tiempo, y claro lo más importante, que se aprovechan las TIC´s, eso es lógico, muy entendible, no se necesita gran ciencia, para saber que ellos solo cumplen con las recomendaciones que se les dan . Así como hemos ubicado el trabajo y las funciones de los maestros, con mucha más razón, con una misma claridad expongo la contraparte del sector del magisterio, los alumnos.
Lamentablemente, por las carencias en algunas familias, es un tanto difícil de cubrir económicamente la compra de los medios requeridos para la educación a distancia. En este tema influyen muchos factores que juegan un rol importante, pues quien lidera la familia al no tener un trabajo fijo, un salario mínimo o tener uno por debajo de lo estipulado por la ley, hace que exista una barrera, obstruyendo de manera perjudicial el nuevo modelo educativo, implementado a causa de la pandemia.
Existen casos de compañeros que no tienen la posibilidad de tener una computadora, mucho menos la red de internet en sus hogares; entonces, es un problema tener que cumplir con tareas y, además, tener que contribuir a la economía de la familia. Seguramente que, si la economía estuviera un poco más sólida y brindara la posibilidad de tener los medios para participar en la educación a distancia, todos estarían involucrados en dicho modelo. Lo anterior es visualizado con las carencias que un mínimo porcentaje de estudiantes sufre.
Ahora pondré en perspectiva a los que tienen esa posibilidad de conectarse, navegar por horas en internet, de aquellos que se colocan frente a una computadora sin pagar el servicio, relativamente, ¿Qué pasa con todos ellos? ¡Ellos sí pueden trabajar sin ningún problema! Muy cierto, acertadamente es la lógica de esa premisa.
Lo que acontece, lo que lo vuelve un calvario y martirio a la escuela a distancia, para quienes no contamos con los medios necesarios, es que se llega al extremo de que las tareas solo se hacen por compromiso, que solo se cumple por la insistencia de los docentes; incluso, porque se hace evidente el riesgo de que el incumplimiento perjudicará las notas evaluativas. Es obvio que, bajo presión, con insistencia y advertencia, pues sí se hacen las cosas, pero desafortunadamente no se cumple con el objetivo principal, que es el aprendizaje real.
Lo que verdaderamente angustia es que no se alcance el aprendizaje deseado, porque, lo que debemos tener como punto clave, es que nos estamos formando como “futuros profesionistas”; es inadmisible que, a quienes carecemos de los recursos necesarios, se nos orille a obtener un mínimo aprendizaje. Tal vez por el momento no hace mucho problema, pero cuando el médico, el contador, el maestro, el abogado, etcétera, estén en el campo laboral, no contarán con las competencias necesarias para ejercer correctamente su profesión. Entendible es que no depende de las autoridades de los planteles, mucho menos del docente, pero es una realidad que la educación a distancia no está funcionando como se esperaba. No solo se trata de decir “hago tareas por compromiso” o “hago tareas para aprobar mi asignatura”, nos preocupa saber, tener el conocimiento bien cimentado, para poder hacer frente a los retos laborales que en los próximos años nos esperan, pero a estas alturas del confinamiento, nos duele decir que no estamos preparados para presentar un examen, donde las clases fueron investigar en internet, copiar y pegar en Word y resolver dudas en plataformas digitales como YouTube.
El alumno está dispuesto a todo, porque de algo estoy muy seguro, que todos, sin excepción alguna, tenemos ese deseo de superación, de alcanzar la meta idealizada, de ser un contador, médico, arquitecto, actuario, abogado, maestro, etcétera: de aportar un granito de arena a la sociedad mexicana, de ser ese cambio que le dará otro rumbo a nuestro México; lo que aquí se plantea es que se nos den las herramientas suficientes para poder enfrentar los retos y así poder mejorar nuestra calidad educativa junto a la calidad de vida, que es indispensable para todo ser humano.
El modelo educativo mexicano, como se ha venido diciendo desde sexenios atrás es deficiente, deplorable, pues ha querido rendir frutos de una cosecha a la que no se le ha dedicado ni el tiempo, ni el esfuerzo suficiente para poder mejorarlo. Lo que se necesita es una verdadera iniciativa de cambio, que haga una evaluación desde lo más alto del sector educativo, incluyendo directores, docentes hasta un servicio administrativo, así como también el objeto central de esta historia, los estudiantes. Brindar las condiciones económicas y de bienestar social también ayudarán a que los estudiantes tengamos una evolución. Una vez que se realice dicha evaluación y se nos brinde el apoyo, sabremos quién sí contribuye a una educación de calidad y entonces se estará educando “al futuro de México” y los frutos de la cosecha se empezarán a madurar de manera natural; entonces habremos crecido en el sector educativo y el modelo educativo será apto para todos los involucrados.
Los jóvenes estudiantes de las diferentes universidades del país, hemos demostrado desde hace varias décadas que cuando nos unimos, hacemos la fuerza de manera pacífica, luchando siempre por la buena y excelente educación que se presume en los medios de comunicación. No tenemos nada en contra de ningún personaje político, no nos pintamos de colores ni pertenecemos a ningún partido o movimiento político, solo queremos ser parte de un cambio que defina el antes y después en el municipio, en el estado y por supuesto, en el país que vivimos.
“El cerebro del hombre sirve para cantar, para bailar, para hacer poesía, para hacer filosofía, para escribir libros, para tocar la guitarra o cualquier instrumento, para hacer experimentos de física, química, biología, para escribir libros de economía, matemáticas, literatura, para todo eso y más servimos, y la educación mexicana, ni se lo enseña ni se lo dice a la juventud”.