**Desde 1960 el huarache que más vendía era el denominado de grapa y el de correa gruesa, elaborados con llanta de carro o camión**
Juan Rubio / Izúcar de Matamoros, Puebla.
José Martin Figueroa Sánchez heredó el oficio de su padre, el señor Antonio Figueroa Campos, quien a sus 86 años de edad continúa ejerciéndolo. Ambos se dedican a la elaboración de huaraches de cuero de vaqueta, en un taller que abrió sus puertas en Izúcar de Matamoros hace casi seis décadas.
Él aprendió el oficio porque don Antonio instaló su taller en esta ciudad en el año 1960; José Martín y seis sus hermanos iban a la escuela por las mañanas, y por las tardes tanto los tres varones como las tres mujeres recibían de su padre las lecciones de cómo elaborar huaraches.
Actualmente sólo su papá, su hermano mayor y él continúan con la herencia familiar en el taller que se ubica en la calle Melchor Ocampo, entre Guerrero y Revolución. Y aunque José Martín enseñó el oficio a su hijo, éste lo dejó por falta de interés.
Hacer huaraches no es cosa fácil, pues el proceso es largo y cansado. Para el señor Figueroa Sánchez lo más importante en dicha actividad es que el calzado sea muy cómodo para el cliente, de manera que pueda usarlo sin problema alguno desde que lo compra.
El proceso comienza con el dibujo de todas las piezas del huarache en la piel; una vez dibujadas, se pegan en un forro más suave que proviene de piel de res que importan del estado de Guerrero; después pasan a cortarse los excesos y prepararse para el suajado, que consiste en cortar las piezas de los huaraches para pasarse a la etapa de costura.
Después se hace el diseño y se le pone una horma para poder pegar y remachar las tiras de los huaraches a la planta de vaqueta; una vez que quedan pegadas, se les pone la suela de llanta y se le recorta el sobrante.
Sólo entonces el huarache queda listo para la venta.
El señor José Martin, quien actualmente cuenta con 53 años de edad, comentó que en un día se pueden llegar a producir alrededor de 10 pares de huarache, aunque eso varía, ya que si el diseño que solicita el comprador es muy complicado puede tardar hasta cuatro días en hacer un solo par.
Además de elaborar huaraches de piel, también elaboran sillas para montar caballo, así como carteras, fundas para machete y cuchillo, o cualquier artículo de piel que solicite el cliente.
“La demanda del producto actualmente ha bajado mucho porque China llenó el planeta de plásticos en el calzado, la ropa; todos los artículos que se fabricaban de cuero, ellos la fabricaron de piel sintética”, comentó Figueroa Sánchez.
“Ellos producen grandes cantidades de artículos y los venden en todo el planeta; eso ha venido desplazando todo. Son artículos de muy mala calidad que dañan el planeta”, añadió.
Comentó que el huarache se fabrica a base de piel de animal es un producto orgánico, por lo que cuando se termina de darle uso se puede tirar, y se desintegra rápidamente y no contamina ni daña el medio ambiente. Además, dijo que al consumir el cuero se le da trabajo a los campesinos y artesanos que se dedican a la ganadería y apoyan a la economía local.
Añadió que este tipo de calzado dura y resisten más. “Aparte, no te dañan tus pies, ya que no producen hongos ni otras enfermedades que la piel sintética produce”, aseveró.
El precio promedio de los huaraches va de 100 pesos hasta 200 pesos el par. “Ya si el cliente quiere un huarache más elaborado o a su gusto, puede subir un poco de precio” resaltó.
Las sillas de montar pueden costar desde los mil pesos hasta los dos mil pesos, y las carteras alrededor de los doscientos pesos.
Recordó que antes se elaboraba el huarache para los campesinos; era el huarache de grapa y el de correa gruesa, con llanta de carro o camión; ese era el par que se vendía mucho, aunque dejó de venderse porque ahora hay pocos campesinos, y los pocos que hay ahora compran calzado sintético.
José Martín piensa que los campesinos compran el calzado sintético porque es barato al principio, aunque, como se gasta rápido, tienen que estar comprando a cada rato. “Ahora sí que lo barato cuesta caro”, concluyó.
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