En las organizaciones indígenas o cooperativas se encuentra la semilla de la emancipación política social que requiere el país, sus experiencias reafirman el poder de la gente organizada porque logran la gestión, la organización, el acompañamiento y la búsqueda de la independencia, afirmó en la BUAP, Víctor Manuel Toledo Manzur, titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), en el marco del último día del II Foro “Desarrollo y Medio Ambiente en México: ¿Nuevos Horizontes?”.
Durante su conferencia magistral en la Unidad de Seminarios de CU, el académico y ahora funcionario federal, destacó que actualmente se vive una emergencia global, lo que ha provocado que la comunidad científica y otros especialistas cuestionen sobre lo que pasará en las siguientes décadas y la posible crisis de la civilización.
En este sentido, refirió que la atención se concentra en el año 2050, cuando se conjuntarán varios procesos, por ejemplo: la población mundial crecerá de 7 mil millones a 9 mil millones; se terminará el petróleo, gas y carbón; los efectos del cambio climático (deshielos, huracanes, inundaciones, sequías, oscilaciones extremas, etc.) serán mucho más marcados, además habrá una producción limitada de alimentos.
Toledo Manzur señaló que esta crisis plantea una encrucijada civilizatoria en la que se espera un “cambio profundo de ideas, en las que la revalorización de las culturas indígenas, sus tradiciones y formas de cuidar su medio ambiente, tendrán que mezclarse con la innovación.
En este contexto, el secretario federal planteó el concepto de la Ecología Política como una forma de conjuntar el pensamiento complejo y el crítico. Se trata de una corriente ideológica que se enfoca en la solución de problemas ambientales mediante la propuesta, promulgación e implementación de políticas en favor de la sustentabilidad ambiental.
“Se trata de conjuntar y construir ante la contradicción que vive el mundo moderno, se sabe que menos del 1 por ciento de la población mundial explota tanto el trabajo humano como el trabajo de la naturaleza, de ahí la importancia de cuestionarse qué tipo de ciencia necesita un país como México, necesitamos una que contribuya a la eliminación de esta desigualdad y deterioro ambiental”.
Para el también doctor en Ecología, hay tres poderes: el político, el económico y social, pero en estos tres esquemas la premisa es apostar por la eco-política que plantea que los ciudadanos conscientes que se organizan son los únicos que pueden cambiar la ruta y transformar el poder político en un poder social; de aquí la relevancia que cobran las cooperativas de pueblos originarios.
En nuestro país, dijo, la crisis ambiental se expresa directamente en unos 560 conflictos registrados, los mineros (173) son los más numerosos, seguidos de los hídricos (86), energéticos (74), forestales (37) y agrícolas (35), entre otros. El funcionario señaló que este problema se ha visto crecer porque tradicionalmente los gobiernos se han puesto del lado de los grandes corporativos.
“Es por eso que el Estado tiene que recuperar su papel de árbitro e impulsar el poder social; México no puede seguir como el quinto país a nivel mundial donde más ambientalistas asesinan, 122 al menos. Por eso creo que las experiencias de las cooperativas indígenas y la producción agroecológica, combinada con la innovación y la ciencia, pueden representar una nueva vía para una sociedad que se exprese con nuevas formas de lucha por el poder social que no impliquen la violencia”.
Finalmente, entre las conclusiones que se dieron por parte de los organizadores, Víctor Tamariz Flores, del ICUAP, mencionó que este foro sirvió para cuestionar cómo la nueva administración federal visualiza la problemática ambiental y cómo el sector académico pedirá a las instancias correspondientes la definición de políticas y directrices que plantea el desarrollo del país, para que no se repitan errores cometidos en otros gobiernos y que han llevado al país a esta crisis ecológica.