Semana Política / Gabriel Sánchez Andraca
Te comentábamos, que el PAN nació como partido de oposición, se ha pasado más de la mitad de su existencia criticando a los gobiernos priistas, y ahora a los gobiernos perredistas, pero nunca los escuchará hacer una, aunque sea pequeña, autocrítica de sus gobiernos federales, estatales y municipales.
Ellos se vendieron a la opinión pública como honestos, eficientes, y sobre todo como defensores de nuestras creencias y costumbres. Pero en el ejercicio del poder, en dos periodos presidenciales, en periodos gubernamentales en varios estados, entre ellos recientemente en Puebla, y en ayuntamientos de varios importantes municipios del país, cometieron errores y abusos tan graves como los de los priistas, o aún más, pero de ello no hablan.
Ya se olvidó el desplome que sufrió el empleo en México en el periodo de Vicente Fox, y la sensible baja del PIB. Ya se olvidó que, como consecuencia de eso, el entonces candidato panista, luego presidente, Felipe Calderón Hinojosa, ofreció ser el “presidente del empleo” y no solo no lo logró, sino que en su periodo hubo bajones en la economía nacional, que llevaron a ser el colero de América Latina, incluso abajo (por 0.3 puntos porcentuales) de Haití.
Ya se les olvidó a los panistas y priistas, que en el periodo de Carlos Salinas de Gortari como presidente, el “Jefe Diego” llegó a ser eso, tanto de priistas como de panistas que así le llamaban, y también fue conocido como “La Ardilla” porque no salía de Los Pinos; y que se rumoró insistentemente que había sido beneficiado por quien impuso el sistema neoliberal en nuestro país, con cinco hectáreas de terrenos en “Acapulco Diamante”, la zona más cara del puerto guerrerense, y que los impuestos por ese terreno, en tiempos del gobernador Ruiz Massieu, le fueron condonados. Ya se olvidaron muchas cosas que debieron recordarse antier, cuando la dirigente nacional del PRI, Claudia Ruiz Salinas, y el dirigente nacional del PAN, Marko Cortés, dieron una conferencia de prensa juntos, para oponerse a todo lo que se mueva, pues para eso son de “oposición”.
Pues bien, ese partido que en el ejercicio del poder en dos sexenios presidenciales y en un sexenio en Puebla ha dejado un desastre, ahora se alista para correr a diez, quince o veinte militantes que simplemente, como ahora se hace, se cambiaron de partido en busca de nuevos horizontes.
Se van a quedar sin gente.
Lo que deberían hacer, es concentrarse en reorganizar a su partido, en educar políticamente a su gente, en infundirles su ideología conservadora, en formar cuadros para tener candidatos con sensibilidad social, política y con sentido de la realidad local y nacional, para disputar en buena lid los puestos de elección popular, locales y federales, y no andarle haciendo al cuento con los “candidatos ciudadanos”.
La mejor muestra del fracaso del panismo en Puebla es su situación actual. Ese partido fue destruido porque llevó al poder a gente totalmente ajena al panismo, que formó una corriente interna sin ninguna convicción ideológica que la identificara en algo con el que supuestamente era su nuevo partido.
Por otro lado, tenemos a un PRI, que se apresta para elegir a su nueva dirigencia nacional, pero con los mismos sistemas de antes, es decir, una cúpula todopoderosa que decide en la cumbre a un candidato de unidad, y todos cierran filas en torno suyo.
Platicamos con los dirigentes nacional y local de la Corriente Crítica del PRI, Genaro Morales y Eric Salgado, y nos expresaron su apoyo por el ex gobernador (ya solicitó licencia) de Campeche, Alejandro Moreno Cárdenas.
El miércoles en la noche, otro de los aspirantes, con 46 años de militancia en el PRI, ex rector de la UNAM y ex titular de la Secretaría de Salud del gobierno de Peña Nieto, renunció a su aspiración de dirigir nacionalmente a su partido, y al mismo partido, y dio sus razones: sigue en lo mismo, imposiciones por todas partes, acatamiento de lo que decide la cúpula, por gobernadores, dirigentes estatales, dirigentes municipales y dirigentes de los sectores del priismo que mueven a la militancia en el mismo sentido.
También habló del padrón de la militancia, que está exageradamente inflado, dijo.
Pues bien, nuestros amigos de la Corriente Crítica estuvieron en mucho de acuerdo con don José Narro, pero dieron una explicación del porqué ellos apoyan al tal “Alito”, así le dicen en las filas priístas al futuro dirigente.
El doctor Narro pierde de vista, según su parecer, que las cosas no pueden cambiar de la noche a la mañana. El PRI tiene costumbres buenas y malas arraigadas de muchos años atrás, y están de acuerdo en que deben ir cambiando, pero no se puede hacer eso de golpe porque se crearían muchos problemas. El Partido Revolucionario Institucional tiene que evolucionar si quiere continuar actuando dentro de la política nacional, y en algunos casos tiene que haber cambios drásticos, pero sin poner en peligro la existencia misma del partido.
La razón por la que decidieron pronunciarse por el ex gobernador de Campeche, Moreno Cárdenas, es porque él los tuvo en cuenta a ellos, algo no muy usual en el partido tricolor. Habló con la corriente crítica, los invitó a unirse a su proyecto y eso fue en dos ocasiones.
Acostumbrados a no recibir atenciones de las cúpulas del PRI, sino solo para hacer bulto en los mítines; que les buscaran para establecer un diálogo, que escuchara sus opiniones, sus propuestas, les pareció inusual en un partido para el que, en los últimos años, la militancia de a pie no cuenta para nada, sino sólo para hacer bulto.
Hubo otro llamado, el de la ex gobernadora de Yucatán, Ivonne Ortega, para que se le unieran a ella, pues también aspira al puesto, “pero ya la conocemos muy bien. Ella invita a los marineros a hacer un viaje y a la mitad del océano pasa una lancha rápida y ella se sube y deja a la mitad, en pleno mar abierto, a los marinos a los que invitó”.
Y el otro aspirante Ulises Ruiz, ex gobernador de Oaxaca, no se interesó por platicar con ellos. Y tienen razón: el PRI que surgió en la etapa neoliberal fue un PRI que perdió su ideología, que olvidó la historia de México, que olvidó la realidad del país, y cuya militancia era vista hasta con desprecio, menos en la época electoral.