Gabriel Sánchez Andraca / Semana Política
Sólo el PRI y su candidato Alberto Jiménez Merino han tenido un comportamiento digno ante la derrota. Han reconocido el triunfo del candidato de Morena, Luis Miguel Barbosa, y a otra cosa mariposa.
Pero lo que es el PAN y su candidato, el señor Enrique Cárdenas Sánchez, no sólo no aceptan que fueron derrotados en toda la línea, sino que se asumen como el partido y el candidato ganador.
La dirigente estatal del panismo, producto del morenovallismo, afirma que en esta elección el PAN ha surgido como la esperanza de México. Dice Genoveva Huerta que en la capital y la zona conurbada se demostró que el trabajo de los panistas ha sido tan intenso que tienen a una mayoría absoluta de los votantes.
Demasiado optimismo el de doña Genoveva, que debería tener en consideración que su candidato a la gubernatura, en esta elección extraordinaria, no es panista; que el coordinador de la campaña, don Gabriel Hinojosa, tampoco es o ha sido panista; que ella tiene poco tiempo de haberse afiliado al PAN en su versión morenovallista; que tampoco es panista de convicción.
Los panistas llamados doctrinarios, o sea los que siguen los lineamientos del partido Acción Nacional, decidieron no participar en esta contienda, precisamente porque el grupo que pretendió encaramarse en el poder no tiene nada que ver con el PAN.
En el sexenio del 2010 al 2016 los panistas auténticos fueron relegados, y algunos hasta perseguidos por un gobierno supuestamente panista: que lo diga el humillado y acusado de corrupción a punto de entrar a la cárcel, ex presidente municipal Eduardo Rivera. ¿Acaso ya se olvidó que tuvo que ser defendido, no por la dirigencia nacional del PAN, que quien sabe qué compromisos tenía con el gobierno estatal de entonces, sino por personajes como Ana Teresa Aranda, Josefina Vázquez Mota y la que entonces era secretaria general de ese partido a nivel nacional?
¿Ya se olvidó que desaparecieron del escenario político poblano don Rafael Micalco, don Humberto Aguilar Coronado, don Francisco de Frayle y García, y que la misma Ana Teresa Aranda tuvo que renunciar al PAN como protesta por el silencio de su dirigencia nacional ante los abusos de poder del gobierno panista de entonces? Hasta se lanzó como candidata independiente a la gubernatura.
¡Qué flaca memoria tienen los panistas!
En unos meses más, en septiembre, ese partido, el PAN, cumplirá 80 años de vida, y en ese tiempo ha sido incapaz de formar cuadros propios para ocupar cargos de elección popular y llevar a la práctica los principios y programas del panismo tradicional, con las debidas modificaciones para adaptarlos a los tiempos modernos.
No quieren darse cuenta de que siguen siendo un partido que sólo transita en las zonas pavimentadas, y que fuera de algunas zonas urbanas es totalmente desconocido: Aquí, en Puebla, además de haberse elegido gobernador hubo elecciones en cinco municipios para elegir ayuntamientos, y de esos cinco municipios, cuatro (Ahuazotepec, Cañada Morelos, Mazapiltepec y Ocoyucan) los ganó el PRI, y el de Tepeojuma lo ganó Morena. El PAN ni siquiera pintó.
Nunca hacen trabajo de adoctrinamiento político, y se concretan a que los colegios confesionales les proporcionen a los futuros “candidatos ciudadanos” para seguir existiendo como partido político. ¡Qué lástima!
Siempre hemos dicho que el PAN y el PRI provienen de las dos corrientes históricas que conformaron a este país desde sus inicios: la corriente liberal, representada por el priismo, y la conservadora por el panismo.
Ambas corrientes participaron en la lucha por la Independencia; ambas lucharon entre sí durante la Reforma, y también estuvieron en la Revolución.
El PRI y el PAN han sido los dos partidos de la era post revolucionaria, y a principios del siglo XX se les agregó la corriente de izquierda o comunista, que ahora se llama progresista.
El PRI se mantuvo en el poder durante casi un siglo, durante el cual evolucionó del nacionalismo revolucionario que logró la modernización de México y avances reales en educación, salud pública, derechos obreros y atención al campo y que, a raíz del cambio de política económica, con el neoliberalismo, se incrementó la corrupción y se retrocedió en todos los órdenes.
El PAN tuvo la oportunidad en dos ocasiones de gobernar al país y no sólo siguió el modelo neoliberal, sino que demostró incapacidad, corrupción y falta de patriotismo, superior a las de sus antecesores en el poder. Por eso estamos como estamos.