Nicolás Dávila Peralta / Punto de Vista
Todo empezó por un comentario hacia un medio digital la semana pasada; en él señalaba que el papel de los medios no es sólo criticar al gobierno en turno, sino plantear soluciones. Mi comentario despertó opiniones diversas que llegaron a mi cuenta en las redes sociales. En respuesta a estos comentarios, respondí por el mismo medio digital:
“…me pregunto: ¿todo es culpa del gobierno en turno o de los pasados? ¿fueron ellos los que invadieron tierras, los que cambiaron las huertas por patios de cemento, los que tiran la basura en las calles, los que conducen motocicletas sin seguridad y con tres, cuatro y hasta cinco personas? Solo criticar, gritar, marchar, es un derecho, ciertamente, pero cuando toda la acción ciudadana o de los comunicadores se reduce a eso, es como meter la cabeza en un agujero. ¿Dónde está la responsabilidad ciudadana? ¿Dónde están las iniciativas de la sociedad civil, de las escuelas, de las iglesias, de las familias en favor de Izúcar? Vivimos todavía la cultura del caudillo: él que resuelva todo, hasta lo que le toca al ciudadano.”
Los medios digitales tienen una gran ventaja sobre los medios impresos y sobre la radio y la televisión: gozan de un amplio margen de libertad de expresión y su audiencia es cien veces más amplia que la de los medios tradicionales. Pero es precisamente por eso que su responsabilidad es mayor y, por principio de cuentas, requieren de un personal conocedor de la realidad, profesional y, por lo mismo, con las cualidades y capacidades necesarias para desempeñar un trabajo con objetividad, veracidad y con vocación de servicio.
Cuando se habla de conocer la realidad se hace referencia a los hechos y dichos, pero también a los contextos locales, estatales, nacionales e históricos en que estos se dan. No hay que olvidar que la responsabilidad de un reportero, de un periodista, es informar para formar opinión, no para trasmitir suposiciones o “chismes”; para eso no se necesita autollamarse “periodista”.
Es por esto que el comunicador de medios digitales, como el de los medios tradicionales, debe ser una persona profesional. Para ser o autollamarse periodista, no se requiere solo tener una grabadora o un celular y escribir –así sea con faltas de ortografía y sintaxis-; se necesita tener las cualidades y las capacidades intelectuales para buscar la información lo más completa posible y con imparcialidad; además, tener claridad en los objetivos que se persiguen al informar u opinar.
Informar sobre un hecho es ya importante; pero lograr todos los datos posibles, es más importante, para evitar la trasmisión de información parcial, tendenciosa y hasta falsa. Hay que buscar las versiones y las opiniones de todos, o la mayor parte de los involucrados en la noticia. Dar solo una versión de los hechos o las declaraciones de solo un involucrado, puede llevar a la manipulación de la información.
Una norma básica del reportero es responder a seis preguntas: 1) Qué pasó o qué se dijo; 2) Quién o quiénes son los implicados en el hecho o dicho (esto significa tener las versiones de todos los implicados, no solo de uno); 3) Cuándo sucedió o cuándo se dijo; 4) Dónde sucedió o dónde se expresó la información; 5) Cómo sucedió o en qué contexto se dio tal o cual declaración; 6) Por qué; esto es, informar sobre el contexto en que se dio la noticia, sus causas, sus motivos, su contexto. Es fácil informar sobre la subida de precios de un producto; pero la información es más completa, cuando el reportero no solo va al mercado a revisar precios, sino que busca las causas de ese encarecimiento.
Todo este trabajo, tiene como norma ética la veracidad; ésta significa informar con el mayor apego a la verdad, con base en hechos y dichos comprobados, valorados y conscientes de los efectos que su información generará en la audiencia. No hay que olvidar que de acuerdo a lo que el reportero, el periodista, dé a conocer, cientos o miles de personas tomarán decisiones que afectarán su vida personal, cultural, política, económica y social.
Mi comentario al sitio informativo digital fue en ese sentido: la falta de profesionalismo de los informadores, su parcialidad, la manipulación tendenciosa de los datos; en fin, la irresponsabilidad con la que realizan su trabajo.
Si alguien se siente ofendido, pido disculpas; pero mi intención es contribuir a que las páginas digitales de información que existen en Izúcar, realicen un periodismo profesional y ético que contribuya al progreso y el bienestar de toda la sociedad, más allá de los intereses de grupos o personajes políticos o económicos.
Los medios digitales locales se enfrentan a la disyuntiva: o proponen para un mejor Izúcar, o descomponen lo poco logrado con el esfuerzo de miles de familias.