Gabriel Sánchez Andraca
Morenistas bien ubicados y por tanto bien informados, dicen que la decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, será anular la elección de gobernador en Puebla, por la gran cantidad de irregularidades que encontrarán en el recuento de los votos.
Las irregularidades, según su dicho, son de ambos lados (Morena y PAN) pues los paquetes fueron manoseados por mucha gente en los dos meses y medio en que estuvieron fuera de control.
Las casillas fueron 7 mil 500, según dijeron ayer voceros de Morena, en conferencia de prensa.
Para los que hablaron ayer ante los medios en dicha conferencia, en caso de repetirse el proceso, el candidato del partido del Movimiento de Renovación Nacional, volvería a ser Luis Miguel Barbosa, algo que muchos miembros de ese partido afirman que no podría ser debido a que si se repitiera el proceso con los mismos candidatos en conflicto, se tendría el mismo resultado: el enfrentamiento, la inconformidad, la protesta.
Anular el proceso y convocar a nuevas elecciones pero con diferentes candidatos, sería la solución, expresaron y para ello, tendrá que elegirse a un gobernador interino que ejerciera el poder durante los meses que duraría el periodo autorizado para la nueva elección. La designación del interino deberá ser hecha, de acuerdo con la ley, por el Congreso del Estado.
Hay desorientación entre la ciudadanía y entre los políticos incluso, porque en Puebla, nunca había ocurrido una situación como la que ahora se presenta.
Según un grupo de priístas que hablaban sobre el tema (todavía existen priístas en este mundo) la elección de gobernador de Puebla del pasado primero de julio, no resiste un sencillo análisis de sentido común.
Morena ganó con mucho, en Puebla, la elección de presidente de la república; ganó las dos senadurías de mayoría: ganó catorce de las quince diputaciones federales en juego; ganó, junto con sus aliados, la mayoría de los diputados locales y ganó los principales municipios, el de esta capital y el de las cabeceras de los distritos de la entidad, entonces, se preguntan, ¿cómo es que perdió la gubernatura?
Es cierto que el licenciado y ex senador Barbosa no es precisamente simpático para muchos, incluso de su mismo partido, pero aun así, no es creíble que la votación que favoreció a Morena en todo, no fuera favorable para el candidato a gobernador.
Dicen que los electores poblanos, en lo referente a la gubernatura, hicieron distinción de votos, es decir, que se volvieron suizos por unos momentos, como si México y concretamente Puebla, hubiera dejado de ser por instantes, un pueblo que apenas está empezando a practicar la democracia; un pueblo que de pronto se volvió altamente civilizado y olvidó su analfabetismo real o funcional, que está cada vez más extendido y que como si hubieran recibido una luz divina (como dicen que la recibieron los apóstoles para que de analfabetos salieran predicadores del cristianismo) hicieran la distinción necesaria para elegir a quien debería ejercer el poder ejecutivo en la entidad.
Quienes eso opinan, se olvidan de un antecedente ocurrido también aquí en Puebla, en las elecciones presidenciales de hace seis años. Los candidatos fueron Enrique Peña Nieto, Josefina Vázquez Mota y Andrés Manuel López Obrador que competía por segunda vez, como abanderado del PRD.
Bueno pues la votación más elevada para la presidencia de la república, se la llevó Andrés Manuel López Obrador, según los datos oficiales, pero que creen: las dos senadurías de mayoría, se las llevó el PRI, con doña Blanca Alcalá y doña Lucero Saldaña, como sus candidatas triunfadoras.
La senaduría de primera minoría, se le asignó a Javier Lozano Alarcón del PAN y no al ex gobernador Manuel Bartlett, del PT, que con mucho, pero con mucho, era más conocido y más popular que el señor Lozano, que tenía en su haber, la pérdida de una diputación federal de esta capital, con el mayor porcentaje en contra de todo el país, para un candidato priísta, porque entonces era priísta.
Las diputaciones federales las ganó el PAN en su mayor parte y se dejaron, parece que cinco, en manos de priístas. El PRD, que obtuvo una elevada votación para la presidencia, no obtuvo ni una senaduría, ni una diputación federal y solo porque tuvo la protección del Señor, no perdió su registro.
Como ve, en eso de hacer distingos a la hora de votar, Puebla tiene una gran experiencia, lo que demuestra su elevado sentido democrático, su gran espíritu cívico y su sensibilidad social y política.
Los priístas de la nueva ola, están felices porque ganaron como ochenta municipios de los 217 que tiene la entidad. Lo que no dicen, es que ganaron a la chiquillada. Los municipios más importantes, el de esta capital, el de Tehuacán, los de Huauchinango, Xicotepec, Teziutlán, Texmelucan, Izúcar de Matamoros, etc., los ganó Morena…..
Pero el PRI, efectivamente ganó los siete municipios que existen en la entidad, con menos de mil habitantes; ganó los doce que tienen menos de dos mil y los 20 que tienen menos de tres mil y algunos de cinco mil para arriba.