La Barbarie como espectáculo

Diana Hernández Juárez

Queman vivos a dos hombres y la gente grabando y transmitiendo con sus celulares, como si fuera un concierto o un gran espectáculo. Las imágenes y videos se transmiten en vivo y después se repiten y retransmiten infinitamente por todos los medios de comunicación y plataformas de Internet. La barbarie y la muerte como espectáculo.

Me quedo petrificada frente a la pantalla. No quiero ver el video del linchamiento, pero no puedo dejar de verlo. Los dos cuerpos se retuercen entre las llamas, aún balbucen: ¡Están vivos! Los espectadores aplauden, gritan y levantan sus celulares para grabar y transmitir en tiempo real, mientras les arrojan más gasolina hasta convertirlos en piras humanas.

Black Mirror nos alcanzó. O peor aún, hemos rebasado la ficción y lo ocurrido en Acatlán de Osorio es peor que cualquier capítulo de la perturbadora serie de Netflix.

Cientos de espectadores in situ fueron parte del linchamiento público y lo transmitieron hasta con alegría, como si se tratara de un concierto o una fiesta. Y miles, o tal vez millones, lo vimos por las pantallas y sin querer fuimos parte del macabro espectáculo mediático, que por la noche ya era trending topic a nivel nacional en redes sociales.

Entre la marea de posts que invaden la red, leo el de la madre del joven quemado vivo, quien suplicaba por la vida de su hijo en la mismísima transmisión Online. Aseguraba que era campesino y de ninguna manera secuestrador. Inimaginable su dolor, su impotencia, al ver en directo lo que le estaban haciendo y la forma atroz como lo mataron.

Más allá de todo el trasfondo de violencia generalizada en el país y en Puebla, de la desconfianza en las autoridades y la injusticia, de los secuestros y robo de niños y mujeres, ¿Dónde queda lo humano ante esta barbarie?

Los videos y fotografías del espectacular linchamiento son ahora elementos de prueba en contra de las víctimas-victimarios, quienes enardecidos se transformaron en verdugos y regresaron a los tiempos de la Inquisición, al quemar en público a los señalados por el dedo flamígero, sin mediar ninguna prueba del supuesto crimen. Fueron acusados de intentar robar a dos niños. Sin embargo, al parecer su error fue estar tomando cervezas cerca de la escuela.

 Las imágenes que los pobladores de Acatlán de Osorio produjeron serán en cambio las pruebas del delito que ellos sí cometieron, así Black Mirror cumplirá su cometido y lentamente los torturará y eliminará; mientras los espectadores esperarán impacientes que el próximo gran crimen sea aún más espectacular y sanguinario, y que por supuesto, sea transmitido en tiempo real por Internet.

 

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