Mañana martes, los estadounidenses elegirán a su próximo Presidente de la República, cuando los indicadores señalan un empate técnico entre la candidata del Partido Demócrata Hillary Clinton y el aspirante Republicano Donald Trump, por lo que ambos tienen posibilidades de llegar a la Casa Blanca (no la de “La Gaviota” Rivera y Peña Nieto, sino la de Washington).
Como nunca, las elecciones de los Estados Unidos tendrán repercusiones en México, sobre todo si el triunfador es el republicano que ha amenazado con una deportación masiva de mexicanos y la construcción de un muro a lo largo de la frontera con México, y ha amenazado que dicho muro será pagado por los mexicanos.
Hillary Clinton, abogada de 68 años, se ha destacado en su profesión hasta llegar a ser considerada dentro de los 100 mejores abogados de su país. Casada con Bill Clinton, quien asumió el cargo de presidente de los Estados Unidos en 1963, en 2000 fue elegida senadora y en 2008, el presidente Barack Obama la designó Secretaria de Estado. Tiene, pues gran experiencia en la política.
Donald Trump de 70 años de edad, es un próspero empresario, dedicado al sector inmobiliario; es dueño de hoteles, casinos y viviendas de lujo. Es un empresario astuto y hábil en los negocios y de mentalidad ultraconservadora, lo que lo ha llevado a ser identificado por la opinión pública como afín a los grupos más radicales de la derecha racista. Contra todos los pronósticos, al finalizar la campaña electoral se ha ubicado como un serio contendiente de la candidata demócrata.
Así pues, a un día de las elecciones, ambos contendientes tienen las mismas posibilidades de ganar y el triunfo de uno u otra repercutirá en las relaciones México-estadounidenses y afectará de una u otra forma a los migrantes ilegales que son más de diez millones de connacionales, pues si bien Hillary ha manejado un discurso moderado en el tema de la migración, no hay que olvidar que en años pasados apoyó la deportación de ilegales.
Sin embargo, el verdadero peligro para los mexicanos que trabajan sin documentación en los Estados Unidos es Donald Trump, quien abiertamente se ha declarado enemigo de la migración e incluso ha llegado al grado de calificar a los migrantes como introductores de drogas, asesinos, factor de desestabilización para los estadounidenses.
No hay que olvidar que un alto porcentaje de los migrantes poblanos proviene de la Mixteca. Si bien hay quienes radican en el vecino del norte desde hace muchos años, tienen su residencia legal y muchos incluso han logrado la nacionalidad, la mayoría de los mixtecos han cruzado la frontera como ilegales y así se mantienen en muchas ciudades grandes y pequeñas de Estados Unidos, sobre todo en Nueva York, Chicago y Los Ángeles.
No hay que esperar a que los hechos estén ya consumados, no es momento de encomendarse a Dios para que Trump no gane la presidencia de los Estados Unidos, es momento de prevenir una posible ola de mixtecos deportados que podrían llegar a sus lugares de origen sin dólares y sin empleo. Porque puede suceder.
Una región de carencias
Es momento, también, de analizar el panorama que priva en la Mixteca poblana y, aunque tarde, poner remedio a las causas de la migración y a los efectos que trae consigo para la región ese fenómeno.
Las personas no emigran por gusto, sino por necesidad; porque no hay empleo bien pagado, no hay apoyos a la agricultura y la ganadería, faltan oportunidades de autoempleo sobre todo en la rama de comercio y servicios. El migrante busca mejorar la economía familiar, dar a los hijos un mejor nivel de vida y por eso se arriesga a todo. Regresar deportado y sin dinero, es acentuar las carencias que lo llevaron al norte, porque se encuentra con una región donde no hay empleo, donde el campo está abandonado, donde la economía está en crisis.
Unido a esto, se da el problema de la inseguridad motivado, entre otros factores, por la pobreza y por los antivalores que traen muchos jóvenes que regresan de los Estados Unidos convertidos en pandilleros agresivos y drogadictos.
No hay que esperan una deportación masiva, las autoridades deben tomar en serio que sin empleo, sin apoyo al campo, sin educación y sin combate a la inseguridad, la migración seguirá y las deportaciones agravarán la situación.