Juan Rubio / Fotos: Archivo – Izúcar de Matamoros, Pue.
Los sismos suscitados el 19 de septiembre, han marcado un acontecimiento imborrable en la memoria de los habitantes de México, especialmente para quienes vivimos en la región de la Mixteca poblana. A lo largo de los años, este día ha traído consigo la pesada carga de recordar dos desastres naturales que cambiaron para siempre el rostro de nuestra tierra.
Hoy, mientras nos acercamos a un nuevo aniversario, el dolor de estos eventos sigue vivo, y nos recuerda la fragilidad de nuestro entorno y la fortaleza de nuestra comunidad.
1985: Un terremoto que sacudió al país
El 19 de septiembre de 1985, a las 7:19 de la mañana, la Ciudad de México fue sacudida por un movimiento sísmico de magnitud 8.1, que dejó una profunda herida en el corazón de la nación. Aunque el epicentro se localizó en el Océano Pacífico, los efectos devastadores se sintieron en todo el país.
En la capital, los edificios colapsaron, varias calles se hundieron y la cifra de víctimas ascendió a más de 10 mil, con miles de heridos y desaparecidos. El desastre reveló la vulnerabilidad de las infraestructuras y dio inicio a una ola de solidaridad, que unió a mexicanos de todos los rincones para ayudar en la reconstrucción.
En Izúcar de Matamoros y los municipios cercanos de la Mixteca, el impacto fue menor comparado con la capital, pero no menos significativo. Aunque no se reportaron víctimas mortales, el temblor provocó daños estructurales en viviendas y edificaciones públicas, así como la caída de varios postes de luz que dejaron a la región sin electricidad durante días. Las réplicas continuaron durante semanas, recordándonos que la tierra es inestable y que la resiliencia comunitaria sería nuestra mayor fortaleza.
2017: El renacer del dolor
Más de 30 años después, nuevamente la tierra se volvió a sacudir. El 19 de septiembre de 2017, a las 13:14 horas, un temblor de magnitud 7.1 con epicentro en la comunidad de Pilcaya, del municipio de Chiautla de Tapia, a escasos kilómetros de Izúcar de Matamoros, reavivó el trauma. La proximidad del epicentro a nuestra región exacerbó los efectos del desastre, que dejó una marca dolorosa en la Mixteca poblana.
En esta ocasión, los daños fueron más directos. En Izúcar de Matamoros, varios edificios históricos y viviendas sufrieron daños severos, y se reportaron al menos seis víctimas fatales en la región. La infraestructura pública también se vio afectada: escuelas, hospitales y centros comunitarios enfrentaron daños significativos, complicando la vida cotidiana de los habitantes. En total, el sismo de 2017 dejó más de 370 muertos a nivel nacional y provocó un sentimiento de angustia y desesperanza que nos recordó las heridas aún abiertas del pasado.
El aniversario en el 2024: Reflexiones y esperanzas
A medida que nos acercamos al 39 y 7 aniversario de los sismos de 1985 y de 2017 respectivamente, es inevitable que las emociones resurjan. Este año, la conmemoración del 19 de septiembre nos invita a reflexionar sobre el camino recorrido, y los avances realizados en materia de prevención y preparación ante los desastres naturales.
La comunidad de Izúcar de Matamoros, junto con los municipios vecinos, ha demostrado una y otra vez su capacidad para reconstruirse y salir adelante. La memoria de los eventos ocurridos en septiembre sigue viva en nuestra cultura y en nuestras prácticas de seguridad. Las lecciones aprendidas han llevado a mejoras en la infraestructura, así como a una mayor conciencia sobre la importancia de estar preparados para futuros temblores.
Las autoridades locales, en colaboración con organizaciones de la sociedad civil, han implementado programas de capacitación para la población, además de esfuerzos continuos para reforzar edificaciones y mejorar los sistemas de emergencia. La participación activa de la ciudadanía en estas iniciativas, es crucial para garantizar que estemos lo mejor preparados posibles.
Hoy, mientras volteamos la mirada atrás hacia esos días oscuros, también miramos hacia adelante, con la esperanza de que la memoria de los eventos de 1985 y 2017, nos inspire a construir una región más fuerte, más unida y más preparada. El espíritu de la Mixteca poblana, forjado en la adversidad, sigue siendo una fuente de fortaleza y voluntad para todos nosotros.
Este 19 de septiembre, mientras recordamos a los que perdimos y honramos el coraje de quienes se levantaron, reafirmamos nuestro compromiso con la seguridad y la solidaridad, porque, a pesar de los desafíos, la tierra puede temblar, pero la unión y el espíritu de nuestra gente permanecen firmes e inquebrantables.