Luis Hoyos/Información regional.
El General Emiliano Zapata nació en Anenecuilco, Morelos, el día 8 de agosto de 1879. En noviembre de 1910, se sumó al llamado del Plan de San Luis. El 25 de noviembre de 1911, proclamó el “Plan de Ayala”, en el cual desconoció al gobierno federal y en consecuencia fue perseguido, sin lograr su derrota debido al apoyo de la población; continuó su lucha en Morelos, enfrentándose a tropas enviadas por el presidente Madero y después por Victoriano Huerta.
La información que a continuación se presenta es exclusiva de Luis Hoyos, quien es nuestro corresponsal de Enlace Noticias en Tehuitzingo, Puebla, y que en su momento logró entrevistar a Pedro Martínez Méndez, siendo un soldado raso incorporado en las filas zapatistas y que logró hacer una narrativa de los hechos ocurridos aquel 10 de abril de 1919.
“Es mejor morir de pie, que vivir toda una vida de rodillas”
Esta frase define el carácter de Emiliano Zapata, quien era conocido como el Caudillo del Sur, el héroe de la Revolución Mexicana, quien encabezó una lucha social, basada en las demandas agrarias y la justicia social.
En 1910 se sublevó contra Porfirio Díaz; el 28 de noviembre de 1911 lanzó el Plan de Ayala, donde exigía que las tierras se repartieran a los campesinos. Se encontraba en desacuerdo con todo hacendado o latifundista que explotaba a los campesinos. Zapata fue traicionado y asesinado el 10 de abril de 1919.
Desde el inicio de la Revolución Mexicana, de Tehuitzingo surgieron muchos revolucionarios Zapatistas. Es por eso que hoy escribo las anécdotas de uno de ellos. Pedro Martínez Méndez, quien era originario de la sección Cuarta; en todo el tiempo de lucha fue un soldado raso, en más de una ocasión le ofrecieron algún tipo de nombramiento, pero se negó a recibirlo.
Logré entrevistarlo en el año de 1992, donde obtuve una información muy valiosa, una historia narrada por él mismo de una manera muy apasionada, como si en ese momento la estuviera viviendo; la cuenta con lujo de detalles, a pesar de tener 98 años de edad. Fue un revolucionario que estuvo en el lugar en el momento de la traición, donde muere Emiliano Zapata, el Caudillo del Sur.
Nació en 1894, en Tehuitzingo, Puebla. A los 16 años se incorporó a las huestes zapatistas al lado de Camerino Michaca (Firmante del Plan de Ayala). El 25 de febrero de 1913 se dio de alta como soldado raso con el General Mucio Bravo, al morir este, se incorpora con el General Agustín Cortés, combatiendo al lado de los Generales, José Castelán y Benjamín Argumedo.
Por su destacada participación en la toma de Puebla, Benjamín Argumedo lo ascendió a oficial subteniente, nombramiento que él no aceptó. Estuvo a punto de morir en un combate en Tepeojuma, después se incorporó con el General Ricardo Reyes Márquez. Participó en el descarrilamiento de los trenes, donde Carranza huía hacia Veracruz, llevándose el tesoro de la nación.
Cuando Zapata fue emboscado en la hacienda de Chinameca en 1919, él estuvo presente, logrando escapar; tiempo después, fue licenciado en Matamoros y puesto a la orden del General Fortunato Maicón, estando dos años combatiendo a su lado. Regresó a incorporarse con Almazán.
En 1925 se incorpora a Guardias Presidenciales, al mando del General Gilberto R. Limón, del cual tiene un documento donde se le reconoció 17 combates como Zapatista. Por estos actos le fue asignada una pensión, la cual no fue suficiente, por qué sus últimos días los pasó en una vivienda muy humilde en el barrio de la sección Segunda de Tehuitzingo, en una completa pobreza y abandono.
Presento a ustedes parte de la narración que hace acerca de la muerte de Emiliano Zapata:
Fue el diez de abril de 1919 cuando Carranza mandó a matar a Zapata por traición de Guajardo. Diciéndole Guajardo a Carranza, para lograr derrocar a Zapata, “necesito escribirle que me quiero incorporar con él”, así lo hicieron, Zapata recibió el recado, enseñándole a su estado mayor, estando estos en Chinameca, mandándole a decir que, si de verdad se quería incorporar a ellos, de paso que tomara Jonacatepec, donde había gobierno Carrancista.
Para eso el General Guajardo, se puso de acuerdo con el oficial que estaba en Jonacatepec, diciéndole que hicieran un simulacro: tirar descargas al viento, para que los zapatistas escucharan que la estaban tomando, pero ninguno se tiraría a matar.
Como a las nueve de la mañana empezamos a oír descargas en el cerro El Mirador, entonces dice el General Zapata ¡Quien sabe cómo le iría el General Guajardo! Cuando vimos la polvareda, era Guajardo con cerca de seiscientos hombres, traía muchos prisioneros, nos bajamos del cerro y lo encontramos, ellos se abrazaron, entonces Zapata le dijo: ¡Desde ahorita eres General!, contestándole Guajardo, “los que estaban en Jonacatepec se rindieron”.
Ese día hubo festejo, matamos una res, Emiliano Zapata se fue a la hacienda de San Nicolás de los metates a dormir y Guajardo durmió en la hacienda de Chinameca, dando indicaciones a sus hombres: Miren… ¡Mañana cuando llegue Zapata! ¡Que toquen sus honores, la guardia con cartucho cortado, que presenten las armas! ¡Entrando al zaguán, una descarga a Zapata!
Al día siguiente como a las ocho o nueve de la mañana, la guardia cumplió con las indicaciones, asesinando a Zapata; por su parte, Guajardo, que estaba en la cocina con varios alzados cocineros, le dicen: ¡oiga General, se escuchan tiros!, entonces saca la pistola y les dice: ¡estos son tiros! Matándolos a todos. Los zapatistas que estaban dentro de la hacienda casi a todos les dieron muerte, los que estábamos afuera logramos escapar, yo ensillé mi caballo y me vine para Tehuitzingo, otros montaron a pelo y escaparon…
La muerte de Zapata representó un duro golpe para la revolución, sin embargo, su ejemplo, su legado, tuvo frutos, muchos zapatistas siguieron en la lucha. Los repartos agrarios se realizaron aún en contra de las decisiones del gobierno. Desde 1916 muchos campesinos recibieron su parcela. El ejido de San Miguel Tehuitzingo, fue uno de los primeros en repartirse, Dolores Damián les asignó estas tierras.
Es por eso que el 10 de abril recordamos la muerte del Caudillo del Sur, pero con ello también a todos los hombres que lucharon a su lado, que murieron en su afán de poseer un pedazo de tierra; Así como este revolucionario se encontraba en el olvido, así también en cada comunidad se tienen historias que contar de revolucionarios zapatistas. Algo que debemos tener presente, es que no todos los zapatistas fueron bandoleros.