Abraham Onofre / Internacional.
El mundo entero ha sido testigo del asalto a la embajada de México en Ecuador, donde las fuerzas ecuatorianas irrumpieron para arrestar al exvicepresidente Jorge Glas, quien buscaba asilo en dicha sede diplomática. Este acto, considerado una flagrante violación de la Convención de Viena de 1961, ha desencadenado una crisis diplomática sin precedentes.
La Unión Europea, a través de su portavoz, ha condenado enérgicamente esta acción, destacando la importancia del respeto a las relaciones diplomáticas y la inviolabilidad de las misiones diplomáticas como pilares fundamentales para la estabilidad internacional. José Manuel Albares, ministro español de Asuntos Exteriores, ha calificado el incidente como «muy grave», subrayando la necesidad de respetar el derecho internacional y fortalecer las relaciones entre naciones.
Por su parte, Noruega, aunque no forma parte de la Unión Europea, ha expresado su firme rechazo, calificando el asalto como una clara violación de la ley internacional. Insta a México y Ecuador a retomar el diálogo y resolver la crisis manteniendo el respeto a las normas diplomáticas establecidas.
El evento tuvo lugar durante la noche del viernes, cuando fuerzas armadas ecuatorianas entraron a la embajada mexicana en Quito y detuvieron a Glas, desencadenando la decisión de México de romper relaciones diplomáticas con Ecuador y retirar su personal diplomático del país. Este incidente, además de tensar las relaciones entre ambas naciones, ha suscitado preocupación en la comunidad internacional por el respeto a la integridad de las misiones diplomáticas y la seguridad del personal diplomático.
Glas, quien ocupó el cargo de vicepresidente de Ecuador entre 2013 y 2018, estaba siendo buscado por cargos de corrupción. Refugiado en la embajada mexicana desde diciembre, su arresto ha generado un debate sobre la legalidad y la ética de su detención, así como sobre el papel de las misiones diplomáticas en la protección de personas perseguidas por motivos políticos.
En medio de esta crisis, tanto la Unión Europea como Noruega hacen un llamado a la calma y al restablecimiento del respeto a las normas internacionales, instando a ambas partes a buscar soluciones pacíficas y dialogadas. El resto de países observan con atención el desarrollo de esta situación, conscientes de la importancia de preservar el orden diplomático y la paz entre naciones.