A medida que pasa el tiempo, que la sociedad se ve envuelta y dominada por más tecnología, a medida que los ciudadanos viven más rápido y con menos tiempo para comer y convivir, a medida que la tecnología ofrece más productos dañinos, los resultados son desastrosos.
El sector salud debería hacer un estudio a fondo sobre las causas reales de las enfermedades en México y vería que la mayoría tiene que ver con los “alimentos” que consumimos.
Aquí no se trata de ver que los ricos comen bien porque tienen dinero, y los pobres comen mal porque no lo tienen, aquí el problema está en que todos comen mal sin importar que tengan o no dinero.
Los ricos de México se están muriendo de cáncer, de problemas cardíacos, de hipertensión, de complicaciones por la obesidad, etcétera, si comieran bien no se enfermarían de eso.
La dieta de los ricos es bien rara, comen cosas raras, ricas en grasas, azúcares, fuman y toman líquidos pero no precisamente agua, no hacen casi ejercicio, se la pasan en sus autos, ni siquiera usan escaleras sino elevadores, se desvelan mucho, sobre todos los jóvenes, duermen poco, su vida es muy rápida, nunca tienen tiempo para convivir, se la pasan más en sus negocios, todo eso impacta en su salud.
Es en las clases altas es donde se consume más droga porque es cara, y por supuesto, esto conduce a enfermedades mortales.
Los pobres que caminan más, se mueven más, hacen más ejercicio, también se enferman porque comen alimentos con mucha grasa, sal, harina, carbohidratos, colesterol, y a veces por consumir demasiada carne, el maíz, el picante, las leguminosas, el refresco, el cigarro y alcohol, y muy poca agua.
Por eso los pobres tienen llenos los hospitales de gobierno en donde la atención es deficiente por la saturación de enfermos, a veces ni las camas alcanzan, sus familiares duermen en los pasillos y hasta en los jardines.
Los ricos, por supuesto, llenan los hospitales privados en donde son mejor atendidos, pero de todas formas son enfermos, es lo mismo estar en un hospital privado que en un público, en los dos hay enfermos, en los dos muchos mueren.
El problema está en lo que estamos consumiendo hoy todos, sin importar el estatus social. Muchos de los alimentos que consumimos son peligrosos: los enlatados o embolsados, por los conservadores que tienen, las llamadas carnes frías, los embutidos, las mantequillas, los quesos, ninguno de ellos es confiable.
El consumo de carne de cerdo y res tampoco es confiable por los alimentos que les dan a los animales para su rápido crecimiento, lo mismo sucede con el pollo, al que en las granjas tecnificadas los hacen crecer y engordar en semanas, esa carne no es confiable.
Nos decía un nutriólogo del IMSS que la gente hace exactamente lo contrario a lo que debe de hacer: consume el grupo de alimentos clasificados en semáforo rojo, o sea, los de mayor riesgo como son las carnes rojas, las grasas, la comida chatarra, los refrescos, y deja para el último los alimentos verdes como las frutas y verduras.
La gente hace todo al revés, pues ahí están los resultados: la obesidad, la diabetes, el cáncer, enfermedades del corazón, etcétera.
El sistema que rige motiva todo esto, invita al consumo de todo, el sistema no enseña lo bueno, no educa, no capacita, no cambia el sistema educativo, no produce alimentos buenos, no le interesa ni le conviene hacerlo, lo que quiere es vender, hacer grandes negocios a costa de la salud de 125 millones de mexicanos.
Por ejemplo, el sistema tolera y da todas las facilidades para que las compañías refresqueras sigan dañando a todos con sus productos ricos en azúcares y otros productos dañinos.
El sistema permite que las empresas alcoholeras y tabacaleras sigan matando a millones de mexicanos con sus productos cancerígenos.
Al sistema le conviene que haya enfermos porque curarlos le deja mucho dinero, una sociedad sana no les conviene porque no habría enfermos, el sistema quiere enfermos por eso manda a la sociedad una serie de productos que generan enfermedades.
En un buen gobierno, en un buen sistema, se cuida la salud de la gente, se previenen las enfermedades mediante buenos productos alimenticios, buena educación, buenos maestros, buenos padres de familia, buenos niños y jóvenes.
A la perfección no se puede llegar, pero a cosas buenas sí, a una buena salud sí se puede, si se tiene un buen sistema que se interese por una sociedad sana y la conduzca por ese camino.
Las personas cada día comen más cosas que los dañan, hacen todo lo que se debe hacer para enfermarse en el corto y mediano tiempo porque hace exactamente lo contrario a lo que debe de hacer para no enfermarse.
Sólo preguntemos a un niño o joven, sin importar su clase social, qué comió hoy, nos dirá una lista de productos no recomendados.
Casi le podemos decir a un ciudadano hoy: dime qué comes y te diré de qué te vas a morir.